Jóvenes sin futuro

La mitad de los jóvenes, en España, están en el paro. La mayoría vive sin prestaciones y dependen de sus familias, renunciando a una vida independiente. Lo peor es que, la mayoría de esos jóvenes, reconocen que sus hijos, si los tienen, vivirán peor que ellos. Esta situación, que dura ya bastante tiempo, colapsa los aeropuertos y las estaciones de tren con el trasiego de maletas de jóvenes obligados a emigrar en busca de oportunidades. En los últimos años, más de 300.000 jóvenes, han emigrado de nuestro país.
Las anécdotas e historias de nuestros padres y abuelos, sobre la emigración, nos vuelven a traer a la realidad actual sobre el negro futuro de nuestros jóvenes que se marchan. Saben, y lo viven en sus propias carnes, que tampoco es garantía alguna el emigrar, porque algunos trabajos que se el ofrecen son precarios e inestables, con salarios muy bajos. Se encuentran con muchos problemas. Muchos jóvenes, al contrario que la emigración de los cincuenta y sesenta, se marchan sin un contrato. Ante la desesperación de estar varios años en el paro y sin percibir prestaciones en España, quieren llegar al país y tratar de buscarse la vida. Universitarios y jóvenes preparados que se tienen que dedicar a vender pizzas, limpiar escaleras o servir en cualquier domicilio particular para poder pagarse un lugar en el que pernoctar.
Que nuestros gobernantes no están a la altura ya no es nuevo. Pero siguen peleándose entre ellos por el poder, sin tomar medidas para generar más políticas sociales sobre vivienda, sanidad, educación, pensiones y empleo que ofrezcan las mismas oportunidades para las futuras generaciones. El país que no puede acoger y garantizar los servicios fundamentales a todos sus ciudadanos es un país injusto e insolidario. Nuestros jóvenes no tienen culpa alguna de la corrupción, del caciquismo, del enriquecimiento ilícito y demás improperios que se han consentido durante tantas décadas.

Jóvenes sin futuro

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