UNA LUCHA JUSTA Y NECESARIA

Sabíamos que muy pocos nos lo iban a agradecer pero eso nada nos importaba. Era algo que nos dictaba el corazón. No podíamos  quedarnos impasibles ante tanta injusticia, en una zona donde la apatía y el egocentrismo campa a sus anchas. Lo que les importa, a la mayoría de las personas del lugar, es su propio bienestar. No son conscientes de que el bienestar general es la mejor manera de asegurar el futuro. En estos más de tres años de arduo trabajo, constante y altruista, hemos conseguido más que cualquier administración pública. Presión, sensibilización, movilización, diálogo, oposiciones judiciales, contactos y entrevistas en despachos oficiales y lo más importante evitar que decenas de familias humildes perdiesen su bien más preciado: la vivienda habitual. En muchas ocasiones las horas del día no eran suficientes para cerrar acuerdos con entidades financieras, para suspender la toma de posesión de propiedades, para evitar las subastas públicas, para darle un fuerte abrazo a una familia destruida moralmente, para enfrentarnos al gobernarte de turno, al funcionario que estaba tras el mostrador haciendo gala del “vuelva usted mañana”.  Fue una lucha difícil, en la que pocos apostaron y que ahora todos parecen reconocer que era justa y necesaria.  A lo largo de todo este tiempo hemos conocido a mucha gente comprometida, a muchos profesionales  volcados con la justicia social, a unos pocos políticos sensibles con la realidad social, a unos cuantos gobernantes que reconocían nuestra necesaria presencia pero que siempre nos daban la espalda, en los últimos momentos.  Se creían que teníamos intereses políticos, eso es lo que nos demostraron casi siempre. El tiempo ha puesto a cada uno en su lugar. Algunos gobernantes defendían a los funcionarios, a cualquier precio, sin importarles las críticas constructivas que les hacíamos llegar, para mejorar los servicios de atención a las familias y en la gestión de los procedimientos. No querían saber nada cuando les sugeríamos que había otra manera de gobernar y trabajar. Incluso algunos funcionarios judiciales, del departamento de los servicios sociales o de la Xunta de Galicia nos tomaban como “enemigos públicos” cuando lo único que pretendíamos, con total humildad, era aliviar su trabajo y conseguir que los gobernantes fuesen conscientes de una realidad que no se podía ocultar por más tiempo.  A pesar de todo, las familias de la Comarca y fuera de ella, siguen acudiendo a nosotros cuando se sienten solas, desamparadas o injustamente tratadas por las administraciones públicas. Nosotros seguiremos luchando, mientras la salud nos lo permita. Gracias a tod@s.

UNA LUCHA JUSTA Y NECESARIA

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