Salud, desigualdad y pobreza

La mayoría, por no decir la totalidad de las asociaciones y entidades benéficas de nuestros país coinciden en que aunque se haya dejado atrás la extrema dureza de la crisis económica, sus consecuencias sociales aún se están dejando notar y no todos los grupos sociales están percibiendo por igual el crecimiento económico y la distribución de la riqueza. Todas estas entidades coinciden en que para superar esta situación de desigualdad social es cuestión de voluntad política y de prioridad presupuestaria.  

Ahora que se habla tanto de reformar la Constitución del 78, solo se pone el acento en la cuestión territorial y competencial, queriendo dejar a un lado que los derechos sociales sigan quedando en papel mojado y no sean de obligado cumplimiento para nuestros gobernantes.

Por otra parte, demasiados ciudadanos ya sufren una falta de salud física y mental evidentes como consecuencia de situaciones de vulnerabilidad y exclusión social. En nuestro país aún sigue pendiente la necesidad de responder de forma mucho más eficaz a las necesidades sanitarias de las personas con menos recursos. La prevención, ciertos medicamentos y algunas patologías oftalmológicas y bucodentales siguen siendo una cuestión prioritaria para muchas familias humildes, ante la carencia de recursos y la falta de coberturas por parte de la propia sanidad pública.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce las denominadas “enfermedades de los pobres” y exige a los países un mayor interés por mejorar la salud de las personas sin recursos por pura justicia social y para cumplir con la obligación constitucional del derecho a la salud y a la dignidad de todas las personas, sin exclusión.

Salud, desigualdad y pobreza

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