A los constitucionalistas

Y al público en general se dedica este repaso a la Constitución que nos arrojan unos más que otros sin asumirla o haberla leído.

En su regreso Pablo Iglesias reivindicó los orígenes de Podemos y, ahora como entonces, defendió los principios del partido con la Constitución en mano. Esa que manosean a diario quienes ni la cumplen ni la respetan. Seguramente por eso –por repetir las verdades del barquero– le cayó la del pulpo. Por eso me parece oportuno traer a este balcón algunos artículos de la Constitución que, al parecer, no entran en los planes de nuestros “primeros espadas” políticos. 

Atentos. El título séptimo se dedica a Economía y Hacienda bajo estos principios: toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general. 
Ahora, ríanse. Piensen en las eléctricas, en la banca, en los grandes terratenientes, etc., y busquen –ya no solo que alguien hable de esto– alguna medida propuesta por “los constitucionalistas” cuando en su preámbulo se garantiza un orden económico social y justo para asegurar a todos una digna calidad de vida… 

¿Y, entonces, por qué tres de cada diez niños pasan hambre? ¿Cómo es posible que muchos jubilados tengan que elegir entre comprar medicinas y cenar? ¿Cómo aumentan las desigualdades, empobrecen la sanidad, hay más dinero para la enseñanza privada que para la pública…? 

¿Por qué si la Constitución asegura, en su título primero, que los derechos fundamentales y las libertades se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, si precisamente España ha sido criticada y advertida por no cumplir esas normas? Y si el artículo 47 asegura que todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada y añade que se  regulará la utilización del suelo para impedir la especulación, ¿cómo  no se cumplen?

Y si el artículo 50 dice que “los poderes públicos garantizarán mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad, añadiendo que se promoverán servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio, no se cumple tal como refleja la actualidad…?

Los programas de los partidos en los países democráticos son contratos con los ciudadanos y el libro de cuentas es la Constitución. ¿Está claro que aquí llevan años incumpliendo sus compromisos? Les dejo unos días –pero vuelvo, eh– para reflexionar.

A los constitucionalistas

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