Contra todo esto

ese es el título del más reciente libro de Manuel Rivas, que añade que se trata de “un manifiesto rebelde”. Sería pretencioso hablar aquí de Manuel, uno de los mejores escritores y un periodista que hace bueno el dicho de que “el periodista es un notario de la actualidad”, a lo que un servidor añade que el papel de un intelectual es liderar las justas reivindicaciones de los ciudadanos de a pie con sus escritos, su compromiso.
No hace falta recordar al joven Rivas a bordo del “Xurelo” denunciando que habían emporcado nuestro mar con la basura radioactiva o su paso al frente ante el desastre de la marea negra, ni su firme apoyo a cuanto signifique la defensa de Galicia. En este libro denuncia la producción de miedo, desde el poder, para poner en cuarentena derechos y libertades. Todo esto, nos dice, es la sustracción de la democracia, la producción de grietas de desigualdad; los paraísos fiscales, la corrupción sistémica. Una mezcla de la economía gris y criminal…
Manuel repasa la actualidad que nos rodea, desde los recortes (noticia de ahora mismo: el Gobierno dejó sin gastar el 70 por ciento del presupuesto de I+D y el 92 por ciento de la ayuda al desarrollo y el 82 por ciento al fomento de la cultural) hasta la desmemoria o la contramemoria que envilece el ambiente.
Manuel Rivas nos anima a no aceptar la dominación ni a ejercerla aunque pudiéramos hacerlo. Nos anima a no mirar para otro lado. Manuel se manifiesta contra la desesperanza. Tiene, nos dice, mucha saudade del porvenir. Es difícil, pues no lo ponen fácil quienes han empobrecido a medio país, que regatean el dinero para los pensionistas que se dejaron la salud y el sudor trabajando, mientras exdiputados, exsenadores o exalcaldes (por ejemplo el de Ourense) siguen cobrando de las Cortes aunque tengan empresas y patrimonio.
Fuerte con los débiles y complaciente con los poderosos es la enseña del Gobierno. CCOO denuncia que el grupo empresarial del amigo de Rajoy (Amancio López Seijas) se expande con dieciocho nuevos hoteles donde se aplican las condiciones más precarias del sector.
Nota: estamos a la espera de qué dice sobre el caso el presidente, que recibió recientemente a una representación de las “kellys”, un colectivo que representa como ninguno el trabajo que hoy se ofrece en España. Lo que nos cuenta es lo que vemos. Y como dice Carlos, mi compañero de sudores en la sauna, “la vista no sirve si se tiene la mente ciega”.

Contra todo esto

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