De regalos y agasajos

Aquí, ya se sabe, somos muy dados a regalar. Por ejemplo al abuelo de Felipe VI le regalaron el palacio de la Magdalena, en Santander y aquí la isla de Cortegada que como se sabe luego –venta por medio– se convirtieron en un pastizal. A Franco, Meirás y parte de su amueblamiento, sin contar con los “agasallos” en joyas que luego pagaban los prebostes de la época o el gobernador civil de turno. 
Luego tenemos lo del vino de marca, que ya un fiscal nos explicó en su momento que era normal “ejercitar la labor social del regalo” y ahora, y es que los tiempos avanzan que es una barbaridad, se regalan los máster. Digo máster y no hámster. La lista, alegrada por los nombres de ministros o aspirantes a ello, es larga y esclarecedora. 
En medio quedan los trajes de Camps, las fiestas en casa de la exministra Ana Mato y otros muchos de las personas esas que Rajoy no quiere nombrar, incluyendo el despido con finiquito, coche y abogados, para Bárcenas. Y, para amolar, pongo en ese capítulo el penalti regalado el otro día a Cristiano Ronaldo.
Y luego de los regalos están otros premios, llamados favores o agasajo, muy celebrados entre la clase política, que puede ser, por ejemplo, el “sistema puerta giratoria” o patada adelante”, como en el rugby, que se traduce en premiar a un señor que lo hacía malamente como rector en la celebérrima Universidad Rey Juan Carlos y llevárselo al más alto tribunal….
Ahora se sabe que desde la Comunidad de Madrid –época de Esperanza Aguirre primero y de Cristina Cifuentes en la actualidad– concedían subvenciones millonarias que, como está demostrado, se devolvían regalando aprobados y notables. Tal vez convenga informar de que la Universidad RJC es beneficiaria, en exclusiva, de las subvenciones del Gobierno madrileño.
Otro regalo es conocido como “ley de amnistía” y tenemos la llamada “diezmos y primicias” que se reconoce por la cruz que nos ofrecen en las declaraciones de Hacienda y que deciden cuanto se pone entre todos para financiar a la Iglesia que, a su vez, recibe fondos públicos a través de otras vías.  
Y hay regalos envenenados: es el caso de las fragatas para Arabia Saudí, un país al que los estados más importantes de Europa, así como Canadá, no le venden armamento por razones bien obvias.  Y, si pasamos de los regalos al saqueo nos encontramos a los mismos. No hay más que seguir las crónicas de sucesos y de tribunales… 

 

De regalos y agasajos

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