El teatrillo

Se trata, amigo lector, de las representaciones que a diario nos ofrecen nuestros políticos en competencia con el club de la comedia. A veces se trata de una comedia y en otras de un drama.

El PP: La comedia. Cambian el decorado y se les escapó la gaviota, pero quedaron muchos pájaros de cuentas y cuentos .Y dirigidos por Aznar, con mando a distancia, congratulado por el parto de los trillizos, insistió en su mensaje de ultranacionalismo excluyente y combativo.    

Y uno no de los principales intérpretes, que suele cuidar sus representaciones lejos de su lugar cotidiano, hablo del Sr. Feijóo que siempre tiene el retrovisor pendiente de Madrid, aseguró que ellos son la centralidad y moderación. ¿No se mira al espejo? Su partido, arrimado a la extrema derecha, se especializa en la bronca y embarra el terreno de juego. Pero lo mejor se les reserva a las figuras”. 

El nuevo presidente de la Junta de Andalucía “quiere seguir con su gobierno el modelo que desarrolló Rajoy. Rebobinemos. Rajoy, a su vez, nos dejó claro que su interés era “copiar” a Camps, Mata y otros más que hoy figuran en las listas de “investigados” o ya en la cárcel, por no referirnos al señor aquel de quien todos habla –y todos sabemos que se llama Luis Bárcenas– y que ahora acusa al partido de enviarle un sicario pagado con fondos reservados para robarle documentación sensible. 

¿Enviará el señor presidente de la Junta, J.M. Moreno, como pasa siempre en las comedias, llegó al final cuando un asistente le pidió a los reunidos (650 invitados, vaya factura ¿no?) que votasen a Vox que los del PP eran unos lilas.

Podemos: El drama. “Estalla Podemos”; “Se escinde Podemos”, “Podemos al borde del abismo”, “Podemos RIP”, por citar los más combativos, son los saludos de la prensa alineada con la derecha y los que, también con mando a distancia, manejan la opinión publicada. 

Aprovechan que lo peor de Podemos está en su propio recorrido: a los cinco años de su nacimiento, saludado en las calles como la solución a tanta corrupción, como un acercamiento de la política a la ciudadanía, una vuelta de tuerca a las mañas de quienes dirigían el país, su prisa por llegar al poder regulado en normas y costumbres, abrieron las puertas en una llamada a los desengañados para afirmar que juntos, “si se puede”.  

Y acabaron enterrados entre tantas mareas y, al tiempo, por no saber conservar a sus mejores cerebros. ¿Se puede arreglar? Ellos mismos.

El teatrillo

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