Hartos y cabreados

Palabra que hay vida al margen del “procés”, pero es –como durante la dictadura algunas películas ¿recuerdan: 3-R o 4?– reservada para mayores y, a veces, peligrosa para todos. 
Y es que cuanto más se sabe, más cabreado te pones. No quiero amargarles el día y para empezar una mezcla de comedia y película de terror: España rehúsa firmar el tratado que prohíbe por primera vez el armamento nuclear y, al tiempo, expulsa al embajador de Corea del Norte en respuesta a las pruebas nucleares del régimen de Kim Jong-un. Una coña ¿eh? 
Pues entérese: a pesar de las restricciones que se establecen en el Tratado sobre el Comercio de Armas, cinco de los estados del primer mundo –entre ellos España– siguen vendiendo material bélico a tres de los peores regímenes dictatoriales del mundo: Guinea Ecuatorial, Uzbekistán y Arabia Saudí. Y es que la pela es la pela y ya dijo Mariano: hay que exportar más.
Y tenemos los casos de corrupción de la charca del Partido Popular: un perito de Hacienda confirmó que Correa pagó con dinero negro viajes a la entonces ministra Ana Mato y a su marido, alcalde de Pozuelo, entre 2000 y 2004, por un importe que superó los cincuenta mil euros. 
Investigado Ruiz-Gallardón, exministro de Justicia y expresidente de la Comunidad de Madrid, dentro de la operación Lezo, ese negocio a la sombra del Canal de Isabel II.
Otra noticia de la banca y bolsa (unos se llevaron la bolsa y otros pagamos la banca) que nos llega desde Bruselas: España es el país de Europa que más dinero ha perdido con el rescate de la Banca. 
Aquí, como ya sabrán, nos costó a cada españolito mil  ochenta y cinco euros. Que sí. A cada uno: usted, su novia, su ahijado, el vecino del tercero, el pesado del segundo y la guapetona del noveno. 
Entre los latrocinios ya conocidos pasa a la primera página de la actualidad el asunto del Fórum Filatélico, que, once años después de iniciarse “la saca”, queda por recuperar el ochenta por ciento de lo estafado. Ahí tenemos a unos miles de gallegos hartos y cabreados. 
Pero volvamos a las cosas de comer: al eliminar el Gobierno la reducción del veinte por ciento en las cuotas de la Seguridad Social que beneficiaba a quienes tenían empleadas del hogar, los sindicatos temen que al final, esa cantidad reducirá el sueldo del trabajador y precarizará todavía más el trabajo que presta este colectivo.

 

Hartos y cabreados

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