Lo bueno por conocer

Nunca entendí al que inventó el refrán de “vale más malo conocido que bueno por conocer”, como no fuera uno de esos políticos que hemos sufrido a lo largo de estos años y que ahora “iluminan” este comentario: muerto el dictador, y con todo atado y la herencia todavía firme, el presidente Suárez nos anunció que hacía obras desmontando toda la casa. Hubo obras sí con todos dentro.  Y también extrema derecha, grapo, traiciones en la derecha y el 23-F. Y resistimos.

Avancemos. Años después llegó la llamada “segunda transición”, con el Partido Socialista en el poder, la apertura, el acercamiento al centro del partido, la OTAN ya sí; los fondos reservados en la picota, Filesa, la guerra sucia del GAL a las órdenes de un enigmático mister “X” y varias huelgas generales. Resistimos.

Luego llegó José María Aznar convirtiendo a ETA en un ejército patriota y vendiendo las joyas de la corona –Telefónica, por ejemplo– y después el Prestige, el quinto pino y, finalmente las armas de destrucción masiva que nuestro gran líder adivinó  desde las Azores. Y resistimos.

Y entre unas cosas y otras –abreviamos – nos vino Mariano Rajoy. El hombre que negó el cambio climático, negó la Gürtel, negó el rescate al sector financiero y acabó diciendo aquello de “cuanto peor” (se refería a España, a los españoles) “para mí mejor” (para su partido, su ideario), que viene a ser la seña de identidad de la derecha pues siempre pensó lo mismo ¡e incluso lo repitió varias veces en el parlamento! Y resistimos. Aguantamos.

Somos un pueblo invencible pues a estos  brochazos de la historia contemporánea le faltan algunos detalles como la crisis de caballo que sufrimos en los últimos años y cuyos restos llegan ahora al paritorio de Verín y a miles de hogares. Aguantamos la corrupción que se puede recorrer de una a otra esquina de este viejo y sufrido país con nombres muy conocidos y con siglas bien visibles. Y ahora van y los que lo jo… perdón, estropearon,  nos dicen que eso –lo malo– es mejor que cualquier cosa buena que nos puede venir. No les hagan caso. No es cierto. Es una barbaridad.

Lo que hay que hacer es vigilar a los que vengan –es posible y bastante probable– bajo la bandera de la izquierda y como algo desconocido: un gobierno de coalición. Puede salir mal y los echamos. Y puede, como en Portugal, salir bien. Ser mejor que lo malo conocido hasta ahora.

Lo bueno por conocer

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