Micro y macro economía

¿Cómo lo cuento? Con este ejemplo: Eme punto. Erre punto, ciudadano de pro. Ojo: es Marcial Rodrigues, un padre de familia al que nunca se le ocurriría decir eso de que “al alcalde lo eligen los vecinos que eligen al alcalde” y menos aquello de los vasos y platos.
Este señor, al llegar la crisis, en lugar de decirle a su pariente “¡pues ahora, que los abuelos ni coman ni beban ni se vistan. Que tenemos que ahorrar” hace cuentas y cambia su abono de Tribuna en Riazor, por una localidad más barata.
Su santa hace lo mismo con la cuota de la Orquesta Sinfónica de Galicia. Se pasa a la Zona B y ahorra otro poquito. En el verano en lugar de pasar las vacaciones en Benidorm, se quedan en Cabanas y la ropa se la compran en Zara o en C&A. Con esos ahorros pueden seguir dando de comer, e incluso sobran unos euros para vinos y café, a los abuelos. ¿Vale?
Bueno, pues, por otro lado, tenemos a los señores que nos gobiernan que cuando no les salen las cuentas, ¡zas!, recortan en Sanidad, Educación, Pensiones, Dependencia y otras cosillas que, juntas, hacen lo que llamábamos antes (ahora ni está ni se le espera) el estado de bienestar.
Podían repartir los dineros del presupuesto, ¡nuestro dinero, coño!, entre otros departamentos. Por ejemplo: la señora De Cospedal, esposa de ese señor al que se refirió el ex Bigotes como donante del Partido Popular, aumenta en un treinta por ciento el presupuesto de la guerra y, completa la jugada con una exención a las industrias de los tiros y cañones.
Cuenta con la colaboración de esa Europa que estudia que “el gasto militar no compute como gasto público . O sea, de Defensa unos millones para los pensionistas.
Y, a los partidos políticos, otro pellizco para los jubilados precarios. Que reduzcan gastos electorales, que ya nos dan bastante la matraca.
Ya saben que el Tribunal Constitucional ha dicho que a la Iglesia no se le cobran impuestos, que su reino no es de este mundo, pero se puede revisar el Concordato para que muchos jubilados puedan encender la estufa y además cenar algo cada noche.
Por cierto: el obispo de Valencia, sí, que tiene que ir al juzgado a declarar por los fastos de la visita papal de Benedicto XVI por las trampas que se hicieron con la colaboración de Camps. ¿Lo sabe el papa Francisco?
¿La macro economía? Esa es la trampa. Otro día hablamos.

Micro y macro economía

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