Olla podrida

Es el nombre originario en la cocina española desde la Edad Media. Se trata de mezclar varios productos: chorizo, presunto… o sea, jamón, verduras y patatas. Nos dicen desde el exterior (el satélite y la prensa extranjera) que esto –y no hablo de la cocina– se parece a una inmensa olla que huele mal. Ya saben que por ahí fuera nos tienen envidia, pues somos los campeones y modelo de toda la cristiandad y su periferia. Y por eso Felipe Sexto, el pasado día 22 en Valladolid, animó “a entender las claves de lo que somos como sociedad y como país”.
Ayuda poco conocer que la Universidad Juan Carlos viene siendo motivo de escándalo: ha tenido en nómina a una prima de Gallardón, una sobrina de Mayor Oreja, una cuñada de Granados y una hermana de Cifuentes, quien, por cierto, en el caso del rector copiador se negó a abrirle un expediente, por no hablar de su propio caso convertido en un master de incorrecciones. A esa universidad se la conoce como “la universidad pepera”.
Y por ahí fuera, que es gente muy leída, se enteran de que directivos de OHL, potente empresa del exministro Villar Mir y donante confeso de los populares, destruyeron datos de su participación en la operación Lezo, según figura en las escuchas ordenadas por el juez García Castellón, por no hablarles de las pruebas facilitadas por Granados, en sede judicial, sobre la caja B del PP. Una inmensa olla que cheira que fede…
Y habrá que investigar la noticia aparecida en InfoLibre sobre “una empresa canadiense (Edgewater) que presentó una demanda por un supuesto intento de “mordida” por parte de un intermediario que pedía 1,5 millones para altos funcionarios de la Xunta. Demanda que la Audiencia Provincial de A Coruña rechazó…
Tampoco ayuda que desde los tribunales internacionales y la propia ONU critiquen decisiones judiciales, denuncien que la libertad de expresión se ha restringido de forma desproporcionada o que Amnistía Internacional afirme que las libertades en España están al nivel de algunos países asiáticos y que estas manifestaciones, que nos vienen de “fuera” coincidan con las manifestaciones (policías, funcionarios de justicia, jubilados, profesionales de la sanidad y estudiantes, por citar los más activos) de ciudadanos españoles también cabreados. Y que tenga en cuenta el Gobierno que esta “olla”, está que arde y huele a podrido. Aquí, en Dinamarca y el resto del mundo mundial.

Olla podrida

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