¿Solo cambio de hora?

Ya la tenemos armada. Por una banda, los que nos machacan estos días con el cambio del huso horario y, por otro lado, los que ¡otra vez!, nos hablan del “crepúsculo de las ideologías”. Ya saben que el crepúsculo es el tiempo que dura la claridad desde que se pone el sol hasta que llega la noche.  
En cuanto al crepúsculo o amanecer de las ideologías, también hay variadas opiniones y gustos. El profesor Manuel Cruz nos dice que no podemos vivir sin ideas, valores y principios, pero (siempre hay un pero, canastos) teme que un nuevo amanecer, o rearme,” no sirva para lo que se le necesita”. 
Pues vera usted, don Manuel, eso se arregla en las urnas, con elecciones aun sabiendo que el votante es el único animal que tropieza dos veces, o más, con el mismo voto. El crepúsculo nos devino en aquella democracia orgánica (con minúsculas) 
En el fondo, pues, es un tema de claridad. Y ahí nos toparemos con la realidad. Repasemos la actualidad: nos informan de que el fraude fiscal se sitúa entre los sesenta y noventa mil millones de euros (el mayor de Europa); que los beneficios empresariales subieron dieciséis veces más que los salarios o que el 91 por ciento de los empleos son temporales. 
Nos cuentan que el precio de la luz está por las nubes en un país donde casi cinco millones de familias sufren la denominada pobreza energética. Se sabe que los bancos dispararon sus beneficios un 34 por ciento  por comisiones en el cobro de servicios al cliente. Conocemos que el Congreso de los Diputados, gracias a los votos del PP, el PSOE y Ciudadanos, tumba la comisión que investigaría los negocios del rey emérito.  
Lo que parece claro es que este país necesita más cambios que el del huso horario salga el sol por dónde salga, y que es el Poder Ejecutivo y los partidos que lo sostienen, quieren cumplir con su obligación principal que se desprende del artículo 131 de la Constitución: repartir la riqueza disminuyendo las desigualdades; atender las necesidades colectivas, equilibrar el desarrollo y la distribución justa de la carga de gastos que sostiene el prometido estado de bienestar. 
Y en eso estamos, una vez despedido agosto, el mes que rompió los récords de despidos en la historia, aparcando la reforma fiscal, pero entretenidos con el cambio de hora. Además, en ese mismo mes de agosto  el coste de la energía alcanzó su máximo anual y la banca se pone perfil.

 

 

¿Solo cambio de hora?

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