Tila y educación

Aún nos llegan los ecos de las tensas jornadas en la carrera de San Jerónimo y se trataba de un adelanto de lo que nos espera lo mejor será que las televisiones y radios las retransmitan lejos del horario infantil. 

Y es que para muchos fue una subasta ultra: descalificaciones, insultos, mentiras y ataques personales. La pugna entre Casado y  Abascal, acabó en empate. Y a día de hoy no se rompió nada excepto el concepto de mesura y educación. 

Y, ciertamente, en lugar de tila les hace falta repasar un tratado de educación y buenas costumbres. Si esto sigue así, si el extremismo acompaña a toda la legislatura; si el mal perder  se convierte en la bandera de PP y VOX y erosionarán la democracia pero nunca serán alternativa pues el personal de a pié, vote a quien vote, se dará cuenta que por mucho que quieran enrollarse en la Constitución a través de los exabruptos son un peligro para las normas democráticas y, por ende, para la propia Constitución. 

Y además de insultos y exageraciones están las mentiras: una periodista de El País, nos cuenta que escribe en Google “las mentiras de Vox y le saltan más de seis millones de entradas en unos segundos. Y es que todas las mentiras han sido descubiertas, desmentidas. No es verdad que los agresores a mujeres sean en su mayoría extranjeros. 

No es cierto que se presentaron millones de demandas falsas y tampoco es verdad que el agravante de género en la violencia sea anticonstitucional. Y es que son fieles al dicho de que “miente que algo queda”. La verdadera prueba del algodón de una democracia es la que permite discernir la verdad de la mentira.

Tenemos un gobierno legítimo que no le gusta a mucha gente y una oposición ruidosa,  ducha en propalar todas las plagas conocidas y otras inventadas,  que por cierto no le gusta a mucha gente, y por los resultados, son más que los otros y por eso ahí están. En el banquillo. 

Al gobierno le compete ahora cumplir su promesa de prestar atención prioritaria a esos sectores desfavorecidos por las políticas de recortes que llevó a cabo el “marianismo” y a la oposición le toca la vigilancia y control de las acciones del Gobierno y ofrecer alternativas y no insultos. Son realidades distintas, difícilmente compatibles, pero que obligadas a buscar el bien común de los ciudadanos. Como dijo un parlamentario el otro día: tila y educación.

Tila y educación

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