Va por vosotros, compañeros

oy, que mañana no me toca, adelanto mi felicitación a los colegas que cada 24 de enero se reúnen para honrar a su, nuestro, patrón San Francisco de Sales que escribía pequeños “panfletos” en defensa de la Fe y la Verdad y los repartía por las calles. 
La verdad y la fe en el trabajo son dos herramientas imprescindibles para seguir contando la realidad en esa tarea de notarios de la actualidad a través de la letra impresa, en la radio o en la pantalla de la tele. Cuenta Manuel Rivas (El periodismo es un cuento. Editorial Alfaguara 1997) su primera experiencia como periodista: fue en el Instituto de Monelos donde publicaban una revista a ciclostil que fue enseguida fue prohibido pues el director les confesó que “hay verdades que no se pueden decir”. Manuel ese día aprendió que había que optar entre el poder y la libertad. Bien sabemos los que le conocemos y queremos, así como sus seguidores, qué eligió Manuel. Aquí mismo, en la hemeroteca de El Ideal, en una época en que eso no era fácil. 
A los periodistas se nos exige, así en crudo, imparcialidad y objetividad en las informaciones confundiendo la noticia, el hecho, con la opinión que el hecho nos merece. Y es que “cuando la información parte de un conocimiento cierto, de una imparcialidad demostrable, se consigue la objetividad” en receta de un gran periodista (Luka Brajnovic). Así pues la imparcialidad, la independencia depende del medio – que naturalmente tiene su opinión y bien que se nota – mientras las opiniones de sus articulistas y sus editoriales son de lo que se conoce como “abajo firmantes”. 
No es por señalar pero ustedes que no son tontos, pueden encontrar ejemplos en este diario donde se ofrecen al lector diversas opiniones en un, permítanme la expresión, supermercado de la realidad. Algo así pensaba Balzac cuando dijo “que un periódico es una tienda en la que se venden al público las noticias del mismo color que el lector aprecia”. Por eso hay periódicos de todo signo. Lo importante que, como en el supermercado, el lector sepa de donde viene la mercancía.   
Y por eso aquí estoy, tan contento, y por eso rindo un homenaje a tantos colegas que sirven a los ciudadanos con la verdad, la imparcialidad y su opinión que admite, naturalmente, el aplauso o la repulsa. Hoy, mañana –que este balcón no abre– y más días, ustedes encontrarán la verdad contada de buena fe. 

Va por vosotros, compañeros

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