EL AMA DE LLAVES

La situación política en Sanxenxo está que arde. Los mentideros apuntan a todas las direcciones y hasta un ciego con una ametralladora en las manos daría en el blanco. De momento, a nivel administrativo, todo aparenta seguir igual. Cada uno de los concejales que forman el tripartito mantienen la rutina diaria, con la salvedad de que ahora asumen más de trabajo, el que les deja el dimitido Roberto Carlos Agís.
El tripartito en minoría ofreció, como no podía ser de otra manera, un mensaje de tranquilidad a la ciudadanía. Era lo debido, lo que marca el manual, pero fue tan repetitivo durante la comparecencia pública que el tufo a consigna era indisimulable. Formaron una piña y se abrazaron para las fotos y aparecer al día siguiente en los periódicos mostrando una imagen de unidad acorde al discurso ofrecido.
Como partidos más votados, la mayor responsabilidad recae en SAL y BNG con la única edil del PSOE, por cierto, muy contestada en su propio partido, jugando el mismo papel, pero con el matiz de que pasa de importante a trascendente, y ella lo sabe. Leamos entre líneas las declaraciones de unos y otros después de que Agís dinamitara cualquier esperanza de legislatura tranquila en la localidad turística. Mientras liberales y nacionalistas afirmaban que solos se bastan y que poco o nada iba a cambiar, la representante socialista lamentaba la marcha del excéntrico concejal, a quien calificó de “pilar fundamental” en el gobierno de Sanxenxo. Afirmó, incluso, que le pidió que recapacitase y continuase, lo que indica bien a las claras que ella parece no sentirse cómoda del todo.
La postura del PP, la de Telmo Martín, es la de un niño relamiéndose frente a un escaparate lleno de pasteles de chocolate y al que le han dicho que no se sobrepase con los dulces. La abrupta marcha de Agís levantó la persiana de la confitería y solo falta que Coral le abra la puerta para darse un banquete a manos y carrillos llenos. Entretanto, como ya está escarmentado de otros castigos, adopta la postura de quien no ha roto un plato en su vida para decir que la gula es tentadora y, a la vez, un pecado capital, y opta por decir lo políticamente correcto, repartir todo con sus amigos.
Estamos pues, en una guerra de trincheras donde el factor sorpresa será determinante, sobre todo en un sistema en el que las actas de concejal son personales e intransferibles. Mucho tendrán que mimar a Coral González-Haba para que mantenga las llaves de la pastelería a buen recaudo. Su tintineo ya se escucha por los pasillos del Consistorio, lo que recuerda a todos que ya no es una más, sino la clave de todo el proyecto, incluso del alternativo en el caso de que se sienta atraída por el niño goloso que ya recurrió a ella antes para pasar el dedo por la tarta del gobierno. Entonces lo dejó con las ganas, pero el niño es espabilado y persuasivo.
Y falta el causante de la crisis. Agís se fue entre reproches y siendo muy duro con sus compañeros, que en más de una ocasión respondieron a su actitud con la elegancia del silencio. Lo que más sorprende es que, una vez fuera, diga que, si le da la gana, puede paralizar el Concello de forma automática. Y todo ello después de asegurar por activa y por pasiva que no se iba a echar en brazos del PP. Veremos si su actitud responde a la coherencia que le llevó a dimitir o a la venganza del perro del hortelano.
Se avecinan tiempos interesantes en los que Coral, que también precisará que el partido la valore, se ha convertido en el ama de llaves del futuro político de Sanxenxo.

EL AMA DE LLAVES

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