Detrás de los motivos personales

El PP de Vilagarcía afronta su enésima crisis en los últimos tiempos tras la dimisión de Alfonso Gallego por motivos personales y profesionales, según reza en la versión oficial ofrecida por el partido y corroborada por el propio afectado. Este es un nuevo paso en el paulatino declive del partido en la capital arousana que comenzó a forjarse, aunque parezca extraño, cuando gobernó con Tomás Fole al frente. Un fleco, IVIL, impidió la mayoría absoluta de los populares, algo que más tarde solucionarían las direcciones de ambas formaciones al máximo nivel provincial con el Senado de por medio. 

El empeño del por entonces jefe del ejecutivo local de hacer cuadrar las cuentas a base de reducir aportaciones a colectivos y rebajar las inversiones durante una buena parte de su mandato -cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde- y los conflictos sociales y vecinales motivaron un desgaste que aupó al PSOE, de la mano de un casi desconocido por aquel entonces Alberto Varela, al sillón presidencial de Ravella.

El denominado Pacto de Cidade que desbloqueaba los salarios de los políticos dio un impulso a los socialistas al tiempo que empequeñecía a los populares que tras la marcha “pactada” de Tomás Fole se quedaba sin un líder local claro.

Urgía que alguien retomara las riendas del PP, toda vez que no se veía del todo bien la continuidad del equipo anterior, y emergió la figura de Alfonso González Gallego, un profesional de prestigio en el Puerto y una persona conocida en Vilagarcía que asumió el reto de la presidencia local y de ser el cartel electoral.

Los primeros gestos movilizaron al partido, hasta el punto de que a las convocatorias acudían personas que se habían alejado de la formación y parecía que volvían a sumarse a la causa. Zanjado, pero solo  de puertas afuera, el asunto de la unidad, le tocaba al candidato bajar al barro y medir sus fuerzas con un Alberto Varela que cada día consolidaba más su liderazgo al frente de una Alcaldía que defendió con solvencia, pese a gobernar con minoría y, por qué no decirlo, a que la oposición no supo estar a la altura.

Ser el cabeza visible de un partido como el PP en Vilagarcía supone un importante sacrificio personal, no solo porque es preciso trabajar cada día en busca de la confianza de los ciudadanos, sino también porque hay que cumplir con las exigencias internas del partido. De este modo, lo que en un principio parecía un rival serio para el PSOE, poco a poco se fue diluyendo a medida de que sus ausencias eran cada vez más notorias en algunos actos del partido que si bien no estaban directamente ligados con Vilagarcía sí tenían que ver con la imagen de respaldo a los líderes provinciales y autonómicos.

Esta desconexión, unida a las encuestas internas que anticipaban lo que ocurrió, una notable pérdida de votos y de confianza de la ciudadanía, fueron desgastando la ilusión y el compromiso por un lado y la confianza por el otro, hasta llegar al punto de la dimisión por motivos personales y profesionales. Vamos, lo que se dice siempre.

Detrás de los motivos personales

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