El espíritu que todo lo puede

En Cambados no hay mes tranquilo. Desde que se firmó el acuerdo que derivó en el gobierno cuatripartito las crisis, las discrepancias, la disparidad de pareceres, las mediaciones, los acuerdos, las concesiones y las nuevas oportunidades para unos y para otros han sido una constante. Todo esto trasciende y cala en la opinión pública, motivo por el que deberían realizar un enorme esfuerzo pedagógico y de comunicación para que a los vecinos les quede en la retina las bondades de su gestión, que son muchas, y no los líos, que también están siendo demasiados.
La actualidad la copa ahora el horario de cierre de las casetas del Albariño que llenan de ambiente el Paseo da Calzada durante la Festa. El pleno del Consello Regulador de la Denominación de Orixe Rías Baixas acordó cerrarlas a las 00.30 horas y eso no ha sentado bien en el seno del gobierno cambadés y, especialmente, en Pode, que fue quien propició la coalición en el último suspiro de la sesión de investidura.
Parecía que PSOE, BNG y Somos confíaban en el diálogo para alcanzar un acuerdo y buscar una hora de cierre consensuada, mientras que Pode se enrocaba en que esa decisión corresponde en exclusiva al Concello y por ello tiene que plantar encima de la mesa un acuerdo plenario que supere al alcanzado en su día por el Consello Regulador. Sin embargo, la alcaldesa se desmarcó de sus socios y se reunió a sus espaldas con el presidente de Rías Baixas para lanzarse piropos mutuamente y avanzar que todo se iba a arreglar porque después de los desplantes y de los enfrentamientos públicos y privados prevalecía el interés general.
Esta decisión unilateral sorprende porque corrobora que existen dos partidos, BNG y Somos, que suelen respetar los postulados conjuntos y otros dos, Pode y ahora el PSOE a través de la regidora, que hacen, literalmente, lo que les viene en gana.
Este asunto es delicado en una localidad que tiene en la Festa do Albariño su mejor carta de presentación y que supone, a la vez, un termómetro a la hora de evaluar la gestión de los munícipes.
Llegados a este punto, lo de menos en la arena política cambadesa parece en este momento la hora de cierre de las casetas del Albariño y sí las explicaciones que tendrán que darse unos a otros respecto a una actitud, que lejos de responder a una estrategia planificada muestra una anarquía difícil de corregir porque genera desconfianza y deteriora la relación de unos socios que a estas alturas piensan más en sus estrategias de cara a las próximas elecciones municipales que en la toma de decisiones coordinadas y meditadas que todo buen gobierno precisa. 
Todavía queda tiempo para reconducir la situación y por el bien del conjunto esperemos que en estos días aflore el espíritu albariñense que todo lo puede.

El espíritu que todo lo puede

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