El juego de la gallina

El resultado electoral en Cambados sume en un desafío a los diferentes partidos políticos con representación municipal, a excepcioón de Pode, que solo será decisivo si prosperan los recursos presentados por el PP para que le den por válidos media docena de papeletas declaradas nulas hasta ahora. A priori la lógica indica que la única ecuación posible para que los populares vuelvan a ocupar el sillón presidencial de la Corporación pasa por la admisión de esos votos y un pacto posterior con Cambados Pode, pero a medida que transcurren los días se van abriendo otras vías insospechadas hasta ahora.

Tras la noche electoral todo apuntaba a un pacto de izquierdas, o sea, un tripartito compuesto por PSOE, que ostentaría la Alcaldía, junto a Somos y BNG. Con la reclamación del PP se abrió otra vía, pero siendo realistas parece improbable que la junta electoral dé por válidos tal cantidad de sufragios.

Y aún así, Luis Aragunde, cosas del destino, conservaría posibilidades de gobernar en solitario y en minoría con siete concejales. Y es que la lógica del tripartito de izquierdas no lo es tanto por las expectativas de unos y otros. Solo el BNG lo tiene claro. Apoyará la investidura de Fátima Abal y después estaría dispuesto a formar parte del gobierno sin condiciones previas.

Resuelto este punto, la pelota está ahora en el tejado de socialistas y Somos que, a tenor de lo manifestado en los últimos días, se empeñan en plantearse el desafío del juego de la gallina.
Este juego tiene la finalidad de crear presión psicológica en el otro y esperar, asumiendo riesgos, que el rival se eche para atrás en sus pretensiones iniciales. Salvando las distancias, un ejemplo es el de dos pilotos que conducen a toda velocidad el uno contra el otro y antes del choque frontal uno de ellos se aparta. Ese sería el gallina.

En el caso de la política local cambadesa, un piloto sería del PSOE, que quiere el apoyo para la investidura sin compromisos previos y hablar después de posibles pactos, y el otro sería de Somos, que solo votará a Fátima Abal si antes tiene firmadas y selladas las condiciones de un acuerdo.

En este caso, como ocurre también en el juego de la gallina, cabe la posibilidad de que ninguno se aparte y que la colisión sea inevitable. Si esto pasa, Luis Aragunde podría ser el alcalde por sorpresa de este mandato con capacidad para conformar un gobierno monocolor hasta que en un momento determinado la izquierda se recomponga, restañe sus heridas y haga pública la reconciliación mediante una moción de censura, aunque esto ya es adelantarse demasiado. El día 15, si los recursos lo permiten, saldremos de dudas. Mientras, toca jugar. 

El juego de la gallina

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