El tren de la concordia

La estrecha y leal colaboración institucional entre la Autoridad Portuaria y Ravella es uno de los déficits que desde hace años condicionan la gestión del Puerto y del Concello. De todos es sabido que existen diferencias insalvables en el modelo de ciudad que defiende Sagrario Franco desde la rada y Alberto Varela desde el Consistorio que, a mi modesto entender, debería prevalecer teniendo en cuenta que dispone del aval de una mayoría abrumadora de los vilagarcianos tal y como quedó constatado en la última cita electoral.

El uso de O Ramal o el de la antigua Comandancia son los ejemplos más mediáticos y conocidos por todos, pero en el fondo subyace una rivalidad que ambos niegan y que tiene mucho que ver con la política que cada cual sostiene sobre sus competencias en una ciudad que está obligada a convivir con el Puerto y este a adaptarse a las nuevas circunstancias que emanan de la sociedad vilagarciana.

La construcción de las vías del tren a Ferrazo supuso una inversión millonaria por parte de la Adminstración. Durante años formaron parte del decorado urbano de Vilagarcía y evocaban el despilfarro de dinero público en tiempos de bonanza. El paso de los años ha justificado la inversión a ojos del Puerto, toda vez que de un tiempo a esta parte hay tráficos suficientes como para justificar esta infraestructura. El primer convoy supuso todo un acontecimiento, el segundo mantuvo la curiosidad y con el paso de los trenes, aunque no hayan sido tantos, comienzan a vislumbrarse los problemas y también a verbalizarse por parte de los afectados.

Cortar el tráfico durante varios minutos consecutivos en una de las arterias de una Vilagarcía peatonalizada supone un grave problema para la ciudad a modo de atascos y otros inconvenientes que afectan al normal desarrollo de la vida de cientos de particulares y empresas. El simple hecho de que las calles por las que discurre la vía sean competencia del Puerto y que se apele al interés general de la economía arousana no significa que una administración pueda disponer de horarios y frecuencias sin contar con la otra y viceversa.

El diálogo prácticamente inexistente entre la Autoridad Portuaria y Ravella no podía continuar por más tiempo y en este caso, el alcalde, Alberto Varela, acertó al convocar, por fin, a la presidenta de la rada a una reunión en Ravella sobre este asunto en concreto que sirvió para alcanzar el compromiso de coordinar los viajes del tren de mercancías.

La reunión, celebrada en el Ayuntamiento, sin fotos para los periódicos y saldada con notas de prensa para evitar preguntas de los periodistas, puede ser el inicio de una normalización real de las relaciones entre ambas instituciones.

El primer billete para subirse al tren de la concordia ya lo tienen y una vez dentro del vagón tienen la obligación institucional de hablar, discrepar, acordar, pactar, gestionar... Vilagarcía no se merece menos.

El tren de la concordia

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