La decisión

os que llevamos unos años observando a la clase política desde la barrera y cubriendo su agenda nos estamos dando cuenta de una extraña evolución. En el siglo XX, parece que hace un mundo pero fue ayer, se estilaban los dirigentes con una fuerte personalidad, enérgicos y con vocación de liderazgo. Tenemos ejemplos de sobra en la política nacional, autonómica y local con Felipe González, Manuel Fraga o Javier Gago por poner como ejemplo a algunos que han tenido responsabilidades de gobierno durante más de un lustro
A partir de entonces se ha ido transformando el perfil y los que deciden nuestro futuro en la actualidad son de otra pasta, ni mejor ni peor, son diferentes. Este es el caso de la alcaldesa de Cambados, Fátima Abal, que tiene estos días que tomar decisiones relevantes después del órdago del edil de Pode, José Ramón Abal Varela, que puso sobre el tapete su cabeza y la de Xurxo Charlín para que sea la regidora la que elija con quien se queda.
Esta disyuntiva esconde una trampa urdida por quien piensa que se le debe un favor por otorgarle la Alcaldía y pensar que los que hoy ocupan el gobierno cambadés lo hacen gracias a él, porque de lo contrario estaría el PP. Muestra, además, uno de los mayores defectos que puede tener un servidor público como es el clientelismo.
Me recuerda a un alcalde de un pueblo del interior de la provincia, ya fallecido, que contaba a quien quería escucharlo la anécdota de que no asfaltaba ni dotaba de alumbrado público el camino que conducía a la casa de un vecino porque el propietario, una persona de ideología diferente, no se lo iba a pedir. Como pasaba el tiempo y la situación persistía y clamaba al cielo, en un gesto “magnánimo” que este regidor calificó de “favor”, ordenó la ejecución de los trabajos. Una vez realizados y pasado el tiempo este hombre no tenía reparos en lamentar los recursos públicos empleados en esa obra porque “a día de hoy todavía no ha venido a verme para darme las gracias”.
Se trata de una situación real vivida hace unos años pero que pervive de diferentes formas en el tiempo en algunos cargos públicos que tienen la responsabilidad de ordenar la ejecución de las obras municipales. En el caso de Cambados esta función recae en Abal Varela, el mismo que ha desatado la enésima crisis del cuatripartito porque otro concejal le “usurpó” una foto al lado de una excavadora.
El lunes, si Abal Varela tiene a bien ir a trabajar, se reunirá el cuatripartito para buscar una solución al conflicto. Es probable que unos y otros den marcha atrás y busquen una excusa para mantener la coalición aunque, en función de los intereses de cada cual podrían darse varias posibilidades, entre ellas que se cese de inmediato al edil de Pode y gobernar como tripartito. Por el contrario, podría prescindir de los concejales de Somos, también quedarse con un tripartito y confiar que ni Tino Cordal ni Xurxo Charlín se alíen con el PP en las votaciones de las cuestiones estratégicas para Cambados, aspecto más que posible, puesto que ambos partidos están muy lejos ideológicamente hablando.
Pero para llevar a cabo cualquiera de estas dos acciones u otras similares es preciso ejercer un liderazgo que, al menos de puertas para afuera, da la sensación de que la alcaldesa no quiere asumir porque tendría un coste político importante y un desgaste personal todavía mayor. Veremos...

La decisión

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