La diligencia

Las obligaciones adquiridas inherentes a los cargos públicos impiden al alcalde de Vilagarcía estar en su ciudad físicamente tanto tiempo como en su primer mandato. Estas ausencias han derivado en algunas quejas vecinales al considerar que sus problemas merecen la atención del máximo mandatario, a pesar de que el concejal responsable del área en cuestión estaría perfectamente capacitado y cualificado para resolver cualquier contingencia.

Los quehaceres de Alberto Varela como presidente de la Fegamp, por cierto, uno de los más activos y preocupados por lo que sucede en los municipios gallegos de los últimos tiempos, le restan tiempo para despachar personalmente en Ravella, aunque eso no impide que pueda resolver los problemas que afectan a los vecinos que, después de todo, es lo que se le exige a un alcalde.

Un ejemplo lo tenemos con la obra paralizada en Vázquez Leis y que movilizó a los vecinos de Vilaxoán afectados por una situación insostenible en el tiempo. El regidor tardó más de lo esperado por los vilaxoaneses y finalmente cuando habían iniciado una recogida de firmas y se disponían a convocar movilizaciones de protesta, el primer edil accedió a reunirse con ellos en Vilaxoán, explicar los motivos por los que las obras no avanzaban y a comprometerse en público, dando su palabra, con todo lo que ello conlleva, a que haría lo imposible junto a los servicios jurídicos del Concello para rescindir el contrato a la empresa adjudicataria y traspasárselo a otra en cuanto fuese posible, así como la inmediata aplicación de otras medidas como eximir del pago del vado a quienes tenían la obra en el garaje.

Apenas quince días después de esa comparecencia pública, el Concello de Vilagarcía ya está en disposición de solucionar de forma definitiva este contratiempo.

Y esto es lo que se tiene que apreciar a la hora de valorar la valía de la gestión en la administración más próxima, que se resuelven los problemas con diligencia. A eso se ha comprometido Varela y lo ha cumplido.

Por tanto, si las futuras gestiones siguen el mismo camino, qué más da si el alcalde recibe o no recibe en su despacho sin cita previa, cuando lo relevante es que cuando percibe que hay un problema real es capaz de mover Roma con Santiago para atajarlo.

Eso sí, lo que no sabemos es si el ritmo de atender estas dos ocupaciones con una campaña electoral de por medio acabará pasándole factura.

La diligencia

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