Los retos del comercio local

l comercio tradicional está obligado a reinventarse en cada temporada. Los pequeños empresarios y los autónomos fueron los primeros en sufrir las consecuencias de la crisis económica que unos dan por superada y muchos todavía la padecen con estancias prolongadas en el paro, empleos precarios y salarios de subsistencia. Los que resistieron, no sin sacrificios, cuando comenzaban a levantar cabeza resulta que también se ven afectados por el cambio climático, viendo con desesperación como en pleno mes de octubre sus potenciales clientes caminaban por la calle en chanclas y mangas de camisa, haciendo caso omiso de unos escaparates que ofrecían abrigos y botas para una lluvia que no llega.
Avanzado el mes de noviembre todo apunta a que habrá que desempolvar las bufandas y habrá quien necesite renovar el armario, por lo que, aunque con retraso, confiemos en que el negocio repunte, porque eso nos va bien a todos, no olvidemos que el comercio local es un sector básico en la economía de la comarca arousana.
Una ciudad sin comercio es una ciudad triste, solitaria y con calles lúgubres. Un negocio abierto significa cuidado de la zona, iluminación, vistosidad, promoción y ambiente. Favorece también la limpieza y la consecución de servicios.
Todos hemos visto el deterioro paulatino de algunos barrios como consecuencia del cierre de comercios. Verjas bajadas y luces apagadas dan paso a la acumulación de suciedad y sensación de abandono, todo un reclamo para que aparezcan las pintadas y actos vandálicos más o menos graves que repercuten en la vida diaria, ya que lugares por los que se pasaba casi de forma automática para ver un escaparate o para realizar alguna compra, ahora se eluden por estos y otros motivos.
Dejando claro que el mercado es libre y que el consumidor elige donde quiere comprar, no estaría de más que se apoyase al comercio local porque es, precisamente, el tendero de toda la vida quien se implica en la vida social de cada lugar. Son socios de los clubes deportivos, sus escaparates sirven para anunciar todo tipo de acontecimientos, organizan fiestas y actividades lúdicas y festivas en fechas señaladas y están ahí siempre que la sociedad los necesita. Creo que son elementos más que suficientes como para pensar en ello antes de realizar una inversión.
Ahora bien, el hecho de que el comercio tradicional sea considerado como el de toda la vida no quiere decir que no se tenga que renovar y adaptarse a los nuevos tiempos y a las tendencias de consumo actuales. La especialización, las nuevas tecnologías, facilidades de pago o elemento diferenciador no pueden obviarse si se quiere competir en un mercado cada vez más exigente y que reclama inversión e innovación permanente.
Este es el reto que debe afrontar el comercio local en un momento complicado y con una competencia cada vez mayor.

Los retos del comercio local

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