Moción de censura en Catoira

a moción de censura en Catoira está marcando la agenda política en la comarca arousana. Primero por la sorpresa, o no tanta, del entendimiento en apenas unos meses de quienes no se podían ni ver tras las elecciones municipales. Alberto García, el alcalde más veterano junto a Gonzalo Durán en Vilanova y Bello Maneiro en Valga, nunca se resignó a que lo desalojasen del sillón presidencial y así lo hizo saber desde el primer minuto al considerar que había ganado las elecciones con holgura, lo cual es cierto.
Quizá la experiencia y la sapiencia para esperar a que las cosas caigan por su propio peso motivaron una escena, sino única, poco común en la arena política como es que los candidatos de dos formaciones, PP y PSOE, que concurrieron a los comicios como agua y aceite se conviertan en socios y se turnen la Alcaldía para satisfacer sus pretensiones, nunca ocultas por ninguno de ellos.
Claro está que el precedente tampoco era el paradigma de la lógica política, ya que Iván Caamaño, el portavoz popular, prestó sus votos para desalojar al socialista y ahora compañero de despacho de la Alcaldía para aupar al nacionalista del BNG, Xoán Castaño, que también tuvo que enfrentarse a un expediente de su partido por aceptar los votos conservadores.
A nivel autonómico, las direcciones de PSOE y PP desaprueban la nueva alianza en Catoira, sobre todo porque el pleno de la moción de censura se celebrará a quince días de la apertura de las urnas y eso implicará muchos interrogantes y no menos explicaciones.
Por ello, ambos partidos se apresuraron a adelantar que abrirán expedientes disciplinarios que en el caso de Alberto García, ya de vuelta de todo esto, le pesa tanto un hombro como el otro.
Distinto es el caso de Iván Caamaño, el candidato a una Alcaldía más joven de Galicia, un veinteañero que apuntaba maneras y que no ha sabido esperar su momento. Quizá cuando se quiera dar cuenta de que su futura vida política estará marcada por pactar primero con el BNG y después con el PSOE sea demasiado tarde, pero será el tiempo quien ponga a cada uno en su lugar y quien determinará si el que será el primer alcalde del PP, si continúa en el partido, de la historia de Catoira ha cometido un error de cálculo imperdonable o, si por el contrario, es un visionario político.
Por lo de pronto, la vida política de la localidad está enrarecida y ya se han producido las primeras fricciones entre partidarios de unos y otros que esperemos no lleguen a más por el bien general.
Visto lo visto, y lo que todavía nos queda por ver, en la cuestión política nunca se puede decir que de esta agua no se beberá, porque nunca se sabe hasta donde le puede llegar a uno la sed de poder o, dicho de otro modo, de sacrificarlo todo por el interés general que no es otro que el de servir a sus vecinos. Son formas distintas de verlo. Cada uno tiene la suya.

Moción de censura en Catoira

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