El necesario cambio de rumbo

lgo muy grave han tenido que ver los partidos políticos de Vilagarcía en la gestión de la Cofradía de Carril cuando todos ellos por unanimidad aprobaron en la última sesión plenaria la intervención de la Consellería do Mar en la misma. Efectivamente, en el pósito carrilexo no hay día sin una polémica y, por lo tanto, personas o grupos más o menos organizados descontentos con las decisiones que se adoptan. Imagino que en el seno de la propia cofradía habrá mecanismos para fiscalizar lo que se hace o se deja de hacer y actuar en consecuencia.
Los afectados por la gestión de José Luis Villanueva se quejan de sus formas y se sienten discriminados por el simple hecho de discrepar con el patrón mayor, algo que de ser así es de por sí denunciable. El asunto es que todas estas pequeñas o grandes diferencias entre los órganos de gobierno de la cofradía y las críticas con su gestión han dado lugar a una reprobación pública por parte de la Corporación municipal que apela a la Administración autonómica con competencias en la materia a que arregle lo que ven como un desaguisado. Por cierto, la Consellería ya se apresuró a avanzar que no puede inmiscuirse en este asunto, como era de suponer.
No digo que la Corporación no deba velar por la paz social en esta entidad, pero supongo que una decisión de estas características se toma con conocimiento de causa y después de analizar la información que abarcaría a todas las partes en conflicto. Solo así se entendería este acuerdo plenario que, salvando las distancias, plantea una especie de “155” en el pósito, que tiene unos órganos de gobierno elegidos libre y democráticamente no hace tanto tiempo por los profesionales del mar de Carril.
Todo esto no es óbice para que Villanueva esté obligado a rendir cuentas y a ejercer su cargo con el respeto que merecen quienes se oponen a su modo de ver las cosas, más que nada porque cualquier actitud autoritaria por su parte solo alimenta la situación de crispación actual, algo que él debería frenar de inmediato.
Ante este panorama, el legítimo acuerdo unánime del Concello de Vilagarcía tiene el peligro de dinamitar cualquier puente de diálogo, si es que lo había, y abre la puerta a la confrontación institucional y al juego subterráneo a no ser que el aludido reflexione y determine que es preciso un cambio de rumbo y avanzar hacia el entendimiento y la cooperación

El necesario cambio de rumbo

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