Nos vamos de campaña

a campaña electoral ya está en marcha. Durará una semana, pero casi todos estamos algo cansados de tanta confrontación política. Recordemos que son las cuartas elecciones generales en cuatro años a las que hay que sumar las autonómicas, europeas y locales, lo que supone una saturación de discursos difícil de digerir. Nos esperan, pues, días intensos de promesas, discusiones, desmentidos, debates, dossieres, mítines y fotografías de todo tipo por parte de unos políticos que a nivel nacional parece que solo tienen ojos para lo que ocurre en Cataluña que es, evidentemente, una cuestión de Estado y merece la máxima atención, pero también la adopción de medidas para combatir el paro, el acceso a la vivienda, las ayudas sociales, el mantenimiento de las pensiones, la igualdad, la conciliación... Echo de menos todas estas cuestiones que afectan de forma directa a la vida de los ciudadanos.
La campaña viene marcada también por las encuestas, dispares como siempre y con acusaciones de que son interesadas en función de como le vaya a cada cual, por lo que habrá que esperar al día diez por la noche para comprobar si de una vez por todas se puede conformar un gobierno estable o continuamos en las mismas. Sea el resultado que sea, lo que no se puede demorar es el diálogo entre los dirigentes políticos para tratar de solucionar los retos que tenemos por delante, sobre todo para paliar los efectos de esa nueva crisis económica en ciernes que amenaza con romper las costuras, ya de por sí débiles, que aplacaron la anterior.
Estos días de promesas electorales deberían desembocar en reuniones de Estado para garantizar la vivienda digna a las personas, favorecer el acceso al mercado laboral a los jóvenes y mayores de 45 años y permitir que puedan vivir de su salario, porque esa es otra, trabajar para depender de la ayuda económica de terceros es algo que se debe corregir con urgencia.
El foco apunta a Cataluña y a estas alturas ya sabemos qué piensa cada partido al respecto del desafío secesionista y después de tanto tiempo con lo mismo es hora de saber qué proponen en otras materias esenciales para la vida. Abogo porque cuelguen las banderas en los mástiles por un momento para liberar sus brazos y poner manos a la obra para afrontar los problemas de la gente de a pie, que es la que, con su voto, otorgará la responsabilidad de gobierno a quien obtenga más apoyos.
En la macropolítica poca importancia se da a las pequeñas cosas, pero como bien dijo en su discurso el doctor Cacabelos cuando recibió el premio Arousán do Ano, lo importante está ahí, en quien se fija y se para en los pequeños detalles y los eleva a categoría sin sufrir ningún tipo de complejo.
Y ahí es donde los candidatos arousanos tienen que dar el do de pecho y focalizar el discurso en los beneficios que reportará a esta comarca depositar una papeleta por uno u otro partido, porque los aspirantes no deben olvidar que el vecino, después de sopesar todas las opciones a su alcance, se decanta siempre por la más egoísta, es decir, la que considere más beneficiosa para sus intereses. 

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