LA OBRA INVISIBLE

El Gobierno local de Vilagarcía, formado por el bipartito que no es “pernicioso”, aprobó ayer el Presupuesto para la capital arousana. Como era de esperar lo hizo en solitario y con las ardientes críticas de los grupos de la oposición. Como no. A estas alturas del partido, donde el que más y el que menos hace cuentas de cuántos concejales puede obtener en las próximas elecciones municipales, los discursos de unos y otros tienen un tufo mitinero que solo convence a los convencidos. Pero hay una realidad contante y sonante. Y no es otra que el Ayuntamiento de Vilagarcía está mejor en el aspecto económico ahora que antes del actual Gobierno. Pocos pueden poner este dato en duda. No ha sido fácil porque había muchas facturas sin pagar en los cajones y una deuda galopante que no ha sido fácil domar. La determinación del equipo de Tomás Fole fue la de dar prioridad a la gestión económica que a cualquier otro aspecto. La mayoría de los colectivos recordarán como una y otra vez obtenían la negativa por respuesta a unas peticiones a las que con anterioridad habían recibido síes como soles. Quizá ahí, los responsables municipales comenzaron a ganarse ciertas antipatías que todavía perduran y que forman parte de un desgaste prematuro para un equipo que, como quien dice, acaba de aterrizar. Quizá gracias a eso, o no, poco a poco se han ido saneando los números del Concello de Vilagarcía que han pasado de rojos a azules. Ahora los bancos conceden créditos que Ravella utilizará para invertir. Obras son amores, por lo que no nos extrañe que de aquí al mes de mayo no quede una acera por levantar o un trozo de calle por asfaltar, amén de las mejoras en el alumbrado y alguna que otra obra para vestir el programa electoral. Parece coincidencia que justo en el último tramo del mandato ocurra esto. Y sucede porque al ciudadano de a pie le gusta palpar lo que se hace, por muy bien que se haya hecho en el aspecto económico, porque esa es una obra invisible.

LA OBRA INVISIBLE

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