PEQUEÑOS DETALLES

Los pequeños detalles son esenciales para valorar si una acción determinada está bien encaminada. Si los circunscribimos a la política local, por ejemplo, podremos darnos cuenta enseguida de que no es lo mismo un gobierno que se interesa por eliminar los baches de una pista rural o que se preocupe de que todos los accesos a las viviendas, independientemente de donde estén, dispongan de puntos de luz, que otro que se enfrasque en las labores administrativas con el único afán de mudar números rojos por azules. Es evidente que sin recursos económicos es imposible atender las necesidades de los vecinos, pero también es un error garrafal olvidarse de los administrados para una buena administración. A grandes rasgos esto es lo que le ocurrió al PP de Tomás Fole durante el anterior mandato. Se encontró con un agujero económico de tal dimensión que enseguida aplicó medidas correctoras a base de recortes que afectaban de forma directa a la vida social y cultural de los vilagarcianos.
La buena gestión permitió que pronto aflorase una luz al final del túnel, pero tenía tanta claridad que cegó a quien dirigía Ravella por entonces. Cuando pudieron abrir los ojos ya estaba encima la campaña electoral y hasta los suyos parecían disgustados. Los mítines, otrora multitudinarios, hacían presagiar lo que efectivamente ocurrió. Con serios daños afrontó el PP el inicio del nuevo mandato, en esta ocasión en la oposición. La cosa pintaba mal para todo lo que tuviera que ver con Fole, pero el líder conservador resurgió de las cenizas ante la necesidad socialista de disponer de sueldos y liberados. Esta historia ya la saben, los populares consiguieron una liberación y la contratación de un responsable de comunicación. Esta circunstancia les permite ser el grupo más dinámico de la oposición municipal. Sin embargo, da la sensación de que todas sus propuestas, algunas de ellas acertadas, están diseñadas desde un despacho. El afán por, digamos, tocar las narices de quienes rigen en Ravella está convirtiendo su forma de hacer política en una continuidad de la anterior, pero en esta ocasión sin mando en plaza.
Un partido político que pretende ser alternativa de gobierno necesita contar con la complicidad de buena parte de lo que en términos de ciencia política se denomina sociedad civil. Así, sus propuestas tendrían mucha más fuerza y generarían el debate social preciso para que fueran tenidas en cuenta. Es difícil que esto ocurra cuando las asociaciones culturales y vecinales todavía están escaldadas. Por tanto, si los políticos populares que se han quedado en paro quieren volver algún día a pisar madera noble, deben calzarse las botas, “patear” el rural, pasear por el centro, escuchar, encajar el reproche, fijarse en los pequeños detalles y hacer lo imposible por resolverlos. Lo demás son fuegos de artificio. El PSOE ha entendido esto muy bien y el alcalde, aún a riesgo de sufrir un bofetón, se expone sin escudos ni tapujos a la interpelación de los vecinos en las reuniones periódicas que promueve para explicar sus acciones de gobierno. Quizá haya alguno soliviantado y descontento, pero tiene la oportunidad de la protesta y de la explicación de quien tiene la responsabilidad y eso, aunque la respuesta no sea satisfactoria al cien por cien, vale un imperio porque, al fin y a la postre, es pararse en los pequeños detalles, que son los que mueven el mundo.

PEQUEÑOS DETALLES

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