Piropo olímpico

Los Juegos Olímpicos suponen un escaparate mundial para algunos deportes minoritarios que solo tienen un hueco en los periódicos y telediarios si entre las personas que los practican hay algún portento capaz de acercarse a las medallas y acrecentar el ego patrio. Incluso el común de los telespectadores se apasiona frente al monitor viendo algo que en cualquier otro momento del año despreciaría. En el ecuador de los Juegos de Río es el deporte femenino, al menos en lo que a la delegación española se refiere, el que está cosechando más éxitos. Hasta ahí todo fenomenal, porque tanto hombres como mujeres son deportistas olímpicos que representan a un país dando lo mejor de ellos mismos, después de cuatro años de duro trabajo y plagados de sacrificios.
Sin embargo, el tratamiento informativo no es igual, quiere serlo, pero en ocasiones raya el mal gusto. Para empezar, nos encontramos con los sobrenombres como “Guerreras”, “Leonas” y cosas por el estilo para referirse a integrantes de alguna modalidad deportiva. Ellas, conscientes de que su deporte necesita apoyo mediático para sobrevivir en el día a día y no morir en el intento de llegar a otros Juegos Olímpicos, aceptan estos motes que, según mi criterio, solo hacen disimular su talento, nivel competitivo y la preparación planificada para alcanzar metas impensables tal y como está la situación actual.
Tampoco veo secciones fijas en los digitales ni en las redes sociales, o al menos son minoría, sobre los cuerpos masculinos y sí, hasta rayar el mal gusto, con los femeninos. Ya no digo nada si a la deportista de turno se le descoloca alguna prenda por un lance del juego o por un gran esfuerzo en la propia competición. Si ocurre eso, en lugar de mostrar la imagen de una campeona, nos enseñan un “morbo” que jamás harían con el sexo opuesto.
No es que me crea el guardián de la deontología porque todos cometemos errores. El problema comienza cuando la gesta deportiva ocupa un lugar secundario porque la prioridad se encuentra en la fisonomía de quien entrena hasta la extenuación para competir dignamente.
Programas radiofónicos, que narran en directo deportes de los que tienen pocos conocimientos, rellenan sus lagunas, en algunos casos, comentando las siluetas y cosas por el estilo en tono jocoso. Y lo peor de todo es que nadie, o casi nadie, se ruboriza con estos comentarios o con ciertas imágenes.
Promover el deporte femenino no es mostrar y ensalzar la belleza de quien lo practica, sino enseñar y narrar sus proezas en la cancha, la piscina, el circuito, la pista o donde sea y manteniendo después la atención durante el ciclo olímpico. Puede que así, los expertos en el piropo fácil se den cuenta de que para llegar hasta donde están el cuerpo bonito es lo de menos.

Piropo olímpico

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