Un ladrillo para el Arousa F7

La marcha del torneo internacional alevín Arousa Fútbol 7 supone una pérdida importante para Vilagarcía. Y me da la sensación de que ni unos ni otros, o sea, organizadores y Concello, pusieron todo de su parte para evitar una decisión que a nadie convence. Pese a que los promotores del evento ya anunciaron públicamente que se iban por los “desencuentros” con Ravella, todavía queda tiempo para la entente, sobre todo después de que el concejal de Deportes, Miro Serén, se mostrase dispuesto a hablar de todo para reconducir la situación.
Desvelar las pretensiones económicas del AF7 no fue muy elegante por parte del gobierno local, pero todavía lo es menos que se lance una especie de ultimátum para poner a una administración que hace un esfuerzo importante por el torneo entre la espada y la pared, a sabiendas de que cualquier decisión que adopte no es la mejor.
La crítica política en este asunto es lógica y forma parte del juego, aunque espero que detrás de esta polémica no haya ninguna “jugada maestra” porque diría muy poco de los actores que pudieran estar implicados.
Tengo claro que lejos de Vilagarcía el torneo irá languideciendo poco a poco porque le faltaría la esencia y me imagino que no serán muchos los ayuntamientos que quieran aparecer como los que quiten este afamado torneo de fútbol alevín a la capital arousana.
La cuestión económica es importante, como no, ya que poner en marcha toda la logística aparejada al Arousa Fútbol 7 es muy costosa, no solo en euros, sino también en medios humanos y materiales, algo que el Concello de Vilagarcía sí proporciona y está por ver que suceda lo mismo en otros lugares.
Parece que uno de los puntos de fricción es el campo de A Lomba, cuando en la ciudad hay otras instalaciones que, debidamente adecuadas, pueden albergar un campeonato de primer nivel como este. Arriesgarse a utilizar de principio a fin el terreno donde juega el Arosa en unas fechas en las que podría disputar la fase de ascenso a Segunda B tendría un coste demasiado elevado, sobre todo si el tiempo no acompaña como ya ha sucedido en más de una ocasión y al final el césped se convierte en un lodazal. Una solución intermedia sería que se disputasen ahí los últimos partidos y que hubiese otras sedes. 
Si el Concello está dispuesto a retomar el diálogo, tal y como anunció públicamente el concejal de Deportes, no veo por qué no se puede concertar una nueva reunión que contribuya a tender puentes y a defender intereses comunes sin más vencedor que la propia ciudad y la capacidad de sus gentes y de sus administraciones para organizar un evento deportivo de primer nivel y con repercusión nacional e internacional. En esta política de brazos abiertos sobran los golpes de efecto y no el afán de afrontar la discrepancia con ánimo de solución por el interés general. Vilagarcía responde a la organización con propuestas constructivas. Yo pondría el primer ladrillo. A ver qué hacen ellos.

Un ladrillo para el Arousa F7

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