Un reality en Meaño

Programas televisivos como Gran Hermano, con todas sus variantes VIP, DUO o las siglas que inventen los productores en cada momento, tienen un gran éxito de audiencia, no en vano lleva casi dos décadas no solo en parrilla, sino copando prácticamente toda la emisión de las cadenas de la mañana a la noche.

Confieso que seguí la primera edición, aquella de la pierna encima y todo eso, pero ninguna más, pese a que el canal en cuestión sigue teniendo bula en mi casa. Imagino que ustedes ya saben de qué van estos programas. Básicamente se trata de que una serie de personas convivan en el interior de una casa durante las 24 horas. A tenor de su comportamiento se generan debates, discusiones, encuentros y desencuentros. Todo para que al final el público, o sea, el televidente, tome partido por unos u otros y participe en las votaciones que se convocan cada semana para expulsar o mantener a los que conviven en esa casa a la vista de todo el mundo que lo desee ver a través de la televisión.

Los abandonos de la casa casi siempre están precedidos de sentidos abrazos y lloros entre los más afines hasta que el protagonista en cuestión llega al plató televisivo y se encuentra de bruces con la realidad de la convivencia, generalmente le muestran sus malos modos, enfrentamientos dialécticos, algún roce con alguien o gestos poco recomendables y, por supuesto, gritos y lágrimas. Todo ello para alimentar el debate y generar nuevos programas que llenan horas del “prime time” con detalles sobre una relación amorosa incipiente o a punto de finalizar.

Una compañera de la redacción, a sabiendas de lo que opina, sentenció que el concursante que logre transmitir pena o que el público lo tome como una víctima casi siempre es el favorito para ganar el reality por aquello de la empatía con el débil y con los que sufren.

Y aquí es donde enlazo la ficción de los realities televisivos con la realidad política que se vive en este momento en Meaño, donde su alcalde, Carlos Viéitez, electo tras encabezar la candidatura del PP, fue expulsado del partido por “deslealdade” y “desobediencia” por votar al PSOE en el famoso pleno en el que se eligieron los representantes para la Mancomunidade do Salnés.

Como la política, y sobre todo la local, es impredecible, resulta que una acción clara de indisciplina con las lógicas consecuencias en cualquier partido serio, ha convertido a Carlos Viéitez en ese personaje, salvando las distancias, entiéndase, de Gran Hermano que se defiende como gato panza arriba y poco a poco va sumando apoyos hasta el punto de que en este momento, al menos en apariencia, la parte más débil parece que es el PP, que día a día se está desinflando en Meaño con la pérdida de apoyos públicos por parte de sus concejales, de toda la candidatura y de una buena parte de la militancia.

Llega ahora un concursante nuevo, Jesús Sueiro, un concejal recién dimitido de SAL y que se presentó en Sanxenxo como contrapunto del PP. El público será quien tenga la última palabra en un debate político que acaba de comenzar y que todavía tiene que ganarse a la audiencia.

Visto lo visto, no sé si esta noche encienda el televisor, conecte el canal correspondiente y compruebe en persona si mi compañera tiene razón. Puede que me sirva para comprender mejor las cosas que suceden en política.

Un reality en Meaño

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