Descolocados

sí, descolocados, así están los líderes del PP y Ciudadanos a los que les ha pillado con el pie cambiado que Esquerra Republicana no haya permitido que Iceta se convierta en senador. A Casado y a Rivera les habría venido la mar de bien que Esquerra hubiera apoyado a Iceta y así habrían podido seguir clamando contra la conjura de Sánchez con los independentistas. Ese desplante de Esquerra le viene bien a Sánchez porque así puede desmontar el leit motiv de las campañas de Casado y Rivera.
Desconozco cuáles son las intenciones de Sánchez, y no es descartable que intente llegar a acuerdos con Esquerra o con quién haga falta o incluso que nos de más de un susto y algún disgusto si vuelve a sacar del cajón su visión de la llamada España “plurinacional”. La elección de Maritxell Batet y Manuel Cruz para presidir las cámaras dice mucho de cómo se plantea el futuro Sánchez. Pero al día de hoy la realidad es que Esquerra ha dado con la puerta en las narices a Sánchez.
Tanto Casado como Rivera, están hartando al personal limitando sus discursos políticos a Cataluña y poco más. Incluso desde el PSOE se han permitido poner en el tejado del PP y Ciudadanos una petición envenenada: que voten la investidura de Sánchez. Es una manera de callarles para siempre. Porque si PP y Ciudadanos se abstuvieran es evidente que Sánchez no necesitaría los votos de los independentistas, pero si no se abstienen dejan el campo abierto para que el PSOE pueda llegar a acuerdos y por tanto pagar un precio por ese apoyo.
Así que vamos a comprobar si la preocupación de Casado y Rivera por los independentistas es real o a la hora de la verdad es solo un elemento para desgastar a Sánchez. Si es real, lo tienen fácil: explicar a los ciudadanos que se abstienen para evitar que Sánchez sea rehén del independentismo. Si no lo hacen perderán toda credibilidad. A partir de ese momento nada podrán reprochar porque ellos mismos habrán facilitado esos acuerdos del PSOE con el independentismo.
La jugada del PSOE es maquiavélica e inteligente además de cínica. Fue Sánchez el autor del “no es no” a Rajoy que provocó un cisma en el PSOE del que aún no se recuperó. Pero más inteligente aún sería que Casado y Rivera, o uno de los dos, sorprendieran a Sánchez el día de la votación de investidura prestándole su abstención y explicando el porqué.

 

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