El futuro del socialismo

Manuel Valls ha certificado la defunción del Partido Socialista Francés. Lo ha hecho sin inmutarse, como si certificara una obviedad de la que el resto del mundo no se había percatado. Quizá Valls se ha precipitado y su hasta ahora partido está moribundo pero aún con un soplo de vida.
Al tiempo que Manuel Valls hacía esta afirmación, otro socialista, Jeremy Corbyns anunciaba, también sin inmutarse, que tanto le dan los resultados que su partido pueda obtener en las elecciones que se celebraran en el Reino Unido dentro de un mes, puesto que él piensa seguir adelante y no piensa dejar la sala de mando del laborismo británico.
La afirmación de Corbyn es una respuesta a los sondeos que auguran el hundimiento del Partido Laborista en esos próximos comicios. O sea que si la realidad no está de acuerdo con él, peor para la realidad. A esto también hay que añadir que hace unos días los socialdemócratas alemanes perdían las elecciones en uno de los lander donde venían gobernando, el de Schleswig-Holstein, derrotados por el partido de Angela Merkell. Lo mismo sucedió en febrero en el lander de Sarre donde los socialdemócratas sufrieron otra derrota.
Faltan cinco meses para las elecciones generales en Alemania y por lo que parece Martin Schultz no va a poder frenar el desencuentro de la socialdemocracia con sus electores. La elección de Schultz despertó muchas esperanzas para sacar de la crisis al Partido Socialdemócrata alemán, sin embargo hasta ahora no se cumplen ninguna de las expectativas previstas. Y ya puestos, no olvidemos el reciente fracaso de los socialdemócratas holandeses en las urnas. Por no hablar del fracaso del PSOE en España en las dos últimas citas electorales con Pedro Sánchez entonces al frente del partido.
La cuestión de fondo es que la socialdemocracia está atravesando una crisis de credibilidad que afecta a su propia subsistencia. Cuando un partido deja de ser percibido como útil por los ciudadanos estos lo desechan. Es verdad que los partidos conservadores tradicionales también están sintiendo el desafecto de sus votantes pero desde luego en menor medida que lo que les sucede a los socialdemócratas. Así las cosas la socialdemocracia europea tiene que reinventarse y no tiene otro camino que analizar con rigor lo que sucede en la sociedad, lo que demandan los ciudadanos y buscar respuestas.
La crisis económica, la crisis provocada por una globalización sin reglas, la crisis de los refugiados, la crisis de la pérdida de valores, etc, etc, etc, son parte de las respuestas urgentes que demanda la ciudadanía.
Ni caben viejas fórmulas ni tampoco soluciones populistas fuera de la realidad. La Europa del bienestar está cimentada sobre la socialdemocracia que fue capaz de tener las respuestas adecuadas en el siglo XX. Ahora se trata de buscar otras respuestas para los desafíos del siglo XXI. El problema es que o dan con las respuestas o los ciudadanos les mandarán al rincón de la Historia.  
 

El futuro del socialismo

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