El demiurgo no es el diésel

El motor diésel de un coche nuevo o reciente arroja un 84 por ciento menos de CO2 que uno de gasolina, el mismo porcentaje menor de óxidos de nitrógeno, y un 90 por ciento menos de partículas, según han explicado M. Trigueros y U. Mezcua, en un excelente trabajo publicado en el diario “ABC”.
En estos momentos 40.000 trabajadores fabrican vehículos propulsados por diésel por un valor de 25.000 millones de euros, de los cuales se exportarán vehículos por valor de casi 21.000 millones, en caso de que los, y las, bocazas que pueblan el consejo de ministros o lo presiden dejen de fomentar la demonización del diésel.
Sufrimos un Gobierno en el que la mayoría de sus componentes deben de ser de letras, porque en hidrocarburos están algo verdes, e ignoran que la inversión en la tecnología del diésel en Europa supera los 50.000 millones de euros, y, en la automoción, es el sector en el que más se investiga. 
Pues nada, viene el sordo, dice que el diésel es el peligroso demiurgo que nos está matando, al rebaño le suena “progresista”, les hacen la ola, y ponen en peligro unos de nuestros sectores industriales más prósperos.
Comienzo a tener la certeza de que muchos, muchos políticos, desconocen que, al ocupar un cargo de relevancia, sus declaraciones pueden hacer que suba el pan o que se arruine un sector de la economía, o que mucha gente crea que el agua se puede magnetizar.
La circunstancia puede llegar a ser muy divertida, excepto si una empresa multinacional, que tiene previsto fabricar un determinado modelo de automóvil en España, decide trasladar la producción a otro país. 
Eso ya no da risa, porque estar en el paro disminuye bastante el sentido del humor. Y, a la larga, los que se quedan también sin trabajo, son los bocazas, porque la gente, pasada la benefactora ilusión, deja de votarles.  

 

 

El demiurgo no es el diésel

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