No es el lechero: es Hacienda

La frase atribuida a Churchill de que, si alguien llama a la puerta de tu casa a las seis de la mañana, y vives un país democrático, sólo puede ser el lechero, a lo peor queda excluida en España, porque la Agencia Tributaria está empeñada en entrar en domicilios de particulares o empresas, si tiene sospechas, pálpitos, barruntos, o qué sé yo, corazonadas. 

El Tribunal Constitucional ya ha advertido que no se puede cometer un allanamiento de morada sobre la base de presentimientos, pero mi paisano zaragozano que dirige la Cosa, y al que no conozco, está empeñado en que ya puede chuflar el Tribunal Constitucional, que él no se aparta, siguiendo la tradición baturra. Me imagino que don Jesús Gascón está movido por buenas intenciones, pero el camino del desastre está empedrado, no ya de buenas intenciones, sino de buenísimas y laudables intenciones.

Comprendo, puesto que en algunos ministerios la Constitución parece que se emplea como sucedáneo del papel higiénico en los retretes, que esté de moda ese empleo, pero las garantías constitucionales, entre ellas inviolabilidad del domicilio, todavía están vigentes a pesar del uso que se haya dado a las páginas en las que está impresa. Tengo algún amigo inspector de Hacienda, y respeto su necesario trabajo, pero no los veo yo, a las seis de la mañana, haciendo de lecheros, y entrando en una casa particular de la que sospechan que el dueño es un defraudador. ¿Después de mirar el PC, qué hacen? ¿Hurgar en la ropa interior de la señora de la casa, a ver si entre las bragas hay dinero o pruebas de contabilidad doble? ¿Hacer lo mismo con el armario de los calzoncillos? Y después de este avance progresista hacia el totalitarismo, ¿habrá detención incomunicada durante 72 horas? ¿O “un hábil interrogatorio”? Sería motivo de sátira de no ser porque produce miedo este avance hacia el totalitarismo socialcomunista, este desprecio a la libertad, que sólo se conserva con una vigilante y continua defensa.  

No es el lechero: es Hacienda

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