Impaciencias previsibles

an pasado ya varios días desde que nos dimos de frente con el terrorismo en Barcelona, y desde hace 48 horas ya han comenzado a vislumbrarse las primeras muestras de impaciencia entre los nacionalistas más radicales, preocupados porque catorce muertos, o quince, vayan a empañar el “procés”.
“Estamos a setas o estamos a rolex”, que decía el del chiste vasco. Tras las luces de la exaltación a los mossos que, en conjunto, progresan adecuadamente, vinieron las sombras del menosprecio a las informaciones llegadas desde Bélgica, y de tomar la sensata hipótesis de la juez, ante las bombonas de butano, por una exageración.
La mezquindad de galardonar a los mossos, pero no al resto de las fuerzas policiales, ha sido deglutida con cortesía, aunque la maniobra de repudiar las fotografías de los reyes con los niños, salió mal, porque contaban con los permisos de los padres. Y es que hay padres, que, aun estando Barcelona, vienen los reyes a ver a sus hijos heridos, y no les hacen ascos, ni les pitan, ni les pasean una estelada por delante de la cara. Hay gente para todo.
Pero ya han pasado unos días y la inquietud y el desasosiego afloran entre la CUP y la ACN, alarmados ante tantos cantos de cooperación, y de imágenes de autoridades de España y de Cataluña, juntos y revueltos.
¿A dónde vamos parar? que decía una tía mía cuando apareció la minifalda. Pues vamos a parar a la preparación del 1-O el gran día de la independencia, salga lo que salga, y se haga lo que se haga.
Por las filas de los más prudentes comienza a crecer alguna disidencia, y aquella UDS (Unidad de Destino en el Separatismo) tiene grietas, dudas, reticencias y alguna medrosidad ante las consecuencias económicas y penales, porque una cosa es “no tinc por” y, otra, exponerte a que te embarguen la nómina. Por eso, hay impaciencias. Y nerviosismo, que es un mal consejero.

Impaciencias previsibles

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