Llarena y Montoro

Los españoles debemos agradecimiento al juez Pablo Llarena, no porque haga su trabajo, que esa es la responsabilidad de cada cual, sino porque lo lleva a cabo con eficacia y delicadeza. Tanta es la delicadeza, que logró salir del empitonamiento del ministro Montoro, quien aseguró, con petulante prosopopeya, que ningún euro había escapado en la Generalitat a la vigilancia de su ministerio. Desde luego, los profesionales de Hacienda son buenos y eficaces, pero adjudicarles la categoría de infalibles es algo que ni siquiera a ellos les debió agradar. Todo ello al mismo tiempo que las investigaciones policiales arrojaban datos y pruebas de la grosera malversación del dinero público para financiar las soberbias nacionalistas. Y, si solo hubiera sido una jactancia de contable venido a más, se podría haber perdonado, pero es que nada más soltar el ministro semejante tontería contemporánea la aprovecharon los abogados de los delincuentes para sacudir el cerdo que llevaban sus defendidos encima de los hombros, diciendo que era un insecto que se había posado allí por casualidad.
La papeleta que le dejó al juez la imprudente fanfarronería de Montoro fue de alto voltaje. Una de dos, o le daba la razón al ministro, con lo que los investigadores policiales quedaban como unos lerdos, y los malversadores como unos mártires, o bien, le tenía que decir al ministro lo que ya le habíamos dicho muchos desde las columnas periodísticas.
Como el Derecho no es Química, donde solo hay una manera de mezclar el azufre, el oxígeno y el hidrógeno para que produzca ácido sulfúrico, el sapiente juez ha logrado aplicar el sentido común y exonerar al bocazas del ministro de Hacienda, el único ministerio donde la presunción de inocencia consagrada por la Constitución se la pasan por el forro de los expedientes, y cuando te acusan tienes que pagar, y, luego, ya veremos. Por cierto, tres de cada cuatro personas que recurren contra Hacienda, ganan el contencioso, lo que indica el abuso evidente, y la diferencia que existe entre dos funcionarios como Montoro y Llarena.

Llarena y Montoro

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