LA SORPRENDENTE RECUPERACIÓN ECONÓMICA

Seguro que César Alierta debe estar muy convencido cuando asegura sin ambages ni circunloquios que España ha superado la crisis. Desde luego, si alguien lo sabe es él, que a buen seguro que durante estos últimos años ha pasado auténticas premuras para llegar a fin de mes.
Junto a él se alinea toda una cohorte de optimistas, que no es que vean el vaso ya medio lleno, ellos aseguran que está a rebosar. Se congratulan de que España esté a punto de superar la intervención a la que la sometió la UE y concluya el crédito concedido a los bancos.
Incluso se podría incluir en este grupo a los ejecutivos de las agencias de rating, esos que se aprestaron a rebajar a nuestro país a la altura de cualquier estado del tercer mundo y que ahora también comulgan con los brotes verdes que ven algunos miembros del Gobierno.
Incluso aventuran que podrían devolver alguna A a esa clasificación que otorgan y que a golpe de rebaja descubrimos todos los españoles que era sumamente importante, al menos para eso que han dado en llamar “mercados”.
Hasta rizando el rizo de lo positivo se podría situar a esos bancos que anuncian ya en sus escaparates que tienen unos cuantos cientos de millones y que están ansiosos de encontrar a quien prestárselos, aunque encontrar un afortunado ser al que hayan concedido un crédito en los últimos cuatro años sea más difícil que lo de la aguja y el pajar.
Enfrente, están los ciudadanos. Los que ven que su sueldo, si es que lo cobran, les llega cada vez a menos. Esos seis millones largos de parados que lo que quieren no es que a nuestro país le pongan la coletilla de AAA, sino encontrar un empleo, renunciando incluso a eso del sueldo digno.
Y otros tantos millones de empresarios que están cansados de acudir a las oficinas bancarias en busca de financiación para no tener que echar el cierre a sus negocios.
La cuestión es que, del mismo modo en que casi nadie vio lo que se nos venía encima, ahora, nadie parece ser capaz de explicar los motivos que están propiciando esta supuesta recuperación sin recurrir a vaguedades como el reajuste macroeconómico, el aumento de la competitividad o la flexibilización laboral.
Y el problema es que, si no sabemos como nos metimos en esta y no tenemos ni idea de que hemos hecho para estar sacando la cabeza del lodo, en cualquier momento nos puede venir otra del revés que dé al traste con todo lo bueno que hayamos hecho hasta ahora, aunque no sepamos lo que fue. Afortunadamente ya hay analistas intentando desentrañar este misterio.

LA SORPRENDENTE RECUPERACIÓN ECONÓMICA

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