La obra de la Praza de Galicia

Al fin se ha abierto al público, con gran pompa y solemnidad, la obra de la Plaza de Galicia. He estado esperando unos días para escuchar y leer, con la máxima atención, los comentarios de los ciudadanos ya que el mío no era, a decir verdad, demasiado importante. Pude comprobar que, al igual que en los toros, hay diversidad de opiniones, unas favorables ensalzando la obra y, como no podía ser menos, otras echando pestes al considerar que no era una cosa necesaria ni siquiera el gasto de semejante engendro. Ciertamente no sabía yo por donde inclinarme puesto que, sin hacer una encuesta general, no podía saber quiénes iban ganando, bien demostrando unos su estupor ante “semejante maravilla” u otros renegando de una obra innecesaria.
He dejado transcurrir, como digo, solo unos días y mis malos pensamientos se hicieron realidad pues, había pensado que yo era uno de los malos de la película y me encuentro con que los malos ¡son los otros!. ¿Que ha pasado?. Pues...¡casi nada al aparato!, cuatro días llevamos con su apertura y cinco parroquianos han probado en sus carnes la temperatura del agua al ir de bruces directas al resbalar o como quieran llamarle, pero han terminado en el agua aunque, lamentablemente, una con rotura de tobillo según me han soplado, que ha necesitado llevarla al Hospital.
Yo creo que si nuestro Concello abre un circo ¡ le crecen los enanos! Oigan, que al parecer, el Sr. Alcalde e incluso el Sr. Arquitecto han dicho que la obra “cumple con la normativa de accesibilidad”. ¡ Pues menos mal !, si no llega a cumplirla...me imagino que medio pueblo se tomaría un baño indeseado y a lo peor algún que otro punto de sutura ante los ángulos amenazantes de los diversos objetos que componen la obra. Tengan en cuenta que han pasado únicamente cuatro días y ya se han contabilizado cinco accidentes de mayor o menor consideración lo que demuestra que algo está mal o que la obra en cuestión necesita alguna que otra barandilla para evitar estos accidentes o, incluso, alguna reforma urgente.
Estaré al tanto hasta el final de mes para ver si la cuenta sigue aumentando y Dios quiera, y deseo fervientemente, que los futuros accidentes, si los hay, sean sencillamente leves.
El tiempo me dará o quitará la razón.

La obra de la Praza de Galicia

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