Las reformas en mi pueblo (Jardín de la Plaza de España)

No hace mucho tiempo, con motivo de la inauguración, por parte de los vecinos, de la reforma efectuada en la Plaza de España escribía yo, en este Diario de Arousa, que me parecía un disparate que los parterres de césped estuviesen a la misma altura del adoquinado de paso de los peatones pues con ello se incitaba a los mismos a pasar por encima del césped con el lógico deterioro del mismo. Como mis escritos son casi siempre de censura y puede, incluso,  que los contenidos de los mismos no sean acertados, los termino, generalmente, con la frase “el tiempo me dará o quitará la razón”.
Viene esto a cuento porque, que yo sepa, la inauguración de la reforma de la citada plaza, fue organizada por los establecimientos comerciales y vecinos de la zona pero reitero, que yo sepa, el Concello no se ha dignado hacer nada sobre el particular. Tengo que reconocer que ¡ha hecho bien! porque, al día de hoy, me encuentro con que mis quejas tenían toda la razón al contemplar el estado deplorable y mezquino de la reforma efectuada y terminada apenas hace cuatro meses. Cuando comenzaron las mediciones para la obra a efectuar, técnicos armados con sofisticados teodolitos tomaron medidas por acá y acullá con el fin de levantar los pertinentes planos topográficos lo que significaba, indudablemente, que la obra se haría “con todas las de la ley”… como se dice vulgarmente. Hoy, después de cuatro meses me pregunto ¿A que ha venido tanto despliegue “técnico”? porque a decir verdad, lo hecho es una verdadera vergüenza. Dibujar sobre un papel es una cosa pero resulta que después los resultados son nefastos  y a ellos me remito.
Veamos: Debido a lo que comentaba al principio de este escrito, al estar los parterres a la altura del paso de los peatones, todas las esquinas se encuentran sin césped o éste está totalmente deteriorado. Las plantas allí colocadas parecen ramas clavadas en la tierra sin más y ¿flores?...¡ni una!.  Pese a tanta medición técnica nos encontramos, por si fuera poco,  con que los parterres son cóncavos y, apenas llueve un poco, estos se convierten en vergonzosos charcos y no hablemos de los montículos alrededor de los árboles porque eso es ya para nota. Toda esta parafernalia “técnica”  dice muy poco de que ha servido el gastarse tanto dinero en una obra que ha resultado ser una chapuza y que mejor era que lo dejaran como estaba destinando el dinero a otros menesteres de mayor necesidad. 
Lo malo de todo esto es que los vilagarcianos nos hemos acostumbrado ya a que las obras municipales resulten, al terminarlas, un bodrio incalificable. Miren por ejemplo lo hecho en otras ciudades donde los perterres están elevados  y rematados con un bordillo sobre el paso vecinal y, por cierto,  convexos para que el agua, cuando llueve no los inunde formando charcos como he dicho. Para lo hecho no hacen falta tantos despliegues técnicos; se encarga a una empresa de jardinería la confección del jardín y, seguramente, por la mitad de lo gastado se hubiera hecho algo más digno que la chapuza efectuada. Si esto fuera lo único mal hecho,  tendría que hacer bueno el dicho de que “al mejor escribano le cae un borrón” pero es que, señores No se da una al derecho en este pueblo!, véase, por ejemplo,  la reforma de la fuente de El Castro que, después de meses y meses restaurada no funciona porque, al parecer, “pierde el vaso” y las luces interiores de la misma están destrozadas. 
O la  reforma de Ravella o de Compostela donde se han gastado ingentes cantidades de dinero para hacer, o mejor dicho, para deshacer, lo que estaba más o menos bien. Ahora se han empeñado en llevar el Obelisco para Rey Daviña y no porque allí sea el sitio más idóneo ¡Que va!, se trata de un capricho político ni más ni menos y  aunque una mayoría de los vecinos quiere que se ponga en la Plaza de Galicia se pone dónde quiere el Sr. Alcalde, ¡Que para eso es el Alcalde!. El caso es agarrarse al bastón de mando y dar los bastonazos pese a quién pese y guste o no guste a los vilagarcianos  ¿Por qué será?, simplemente porque en este pueblo somos distintos, señores,  y así nos va.

Las reformas en mi pueblo (Jardín de la Plaza de España)

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