Sin transparencia y con aforados, vamos apañados

s corriente que cuando un cargo públicos hace un mal uso de fondos públicos en beneficio propio, se esconde en el aforamiento para protegerse. Aforamiento e inmunidad fue creado para evitar ser imputado por error en su función pública, pero he aquí que cuando este responsable público se aprovecha de los fondos públicos en beneficio propio, o a través de testaferros, es difícil que devuelva lo robado. Así, el aforado sabedor de que lo es, se salta las leyes a la torera. Los aforados no son juzgados como los demás mortales (ciudadano), lo son por el Supremo, donde sus miembros son nombrados por los partidos mayoritarios, que poco a poco fueron promulgando nuevas leyes ordinarias, vaciando de contenido de derechos constitucionales para proteger a los aforados. Somos el país del mundo que sumados todos sus aforados, aun le ganamos por goleada.   

Según datos facilitados en el Congreso por el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo del Poder Judicial Carlos Lesmes en una comparecencia el 15 de marzo de 2017, en España hay unos 250.000 aforados de los que algo más de 232.000 son miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o de las policías autonómicas.  Según la Constitución de 1978, solo el Presidente es aforado. Pero a lo largo de estos 40 años, el suflé de aforados fue subiendo hasta las cifras más arriba citadas. Es decir, que en democracia todo poder tiende lo quiere para si solo. Fueron fabricando su coraza para ser libre de hacer lo que le pete. Estos aforados hagan lo que hagan, su palabra e informes tienen veracidad verdad, sea  o no.

La Constitución de 1978 se fue vaciando de contenido con recortes al gusto del poder en cada momento. Se quedo tan escuálida que la corrupción es la práctica aceptada como normal hasta hace poco, también por la mayoría de los ciudadanos que seguían votando a corruptos, igual que la justicia que miró para otro lado.

Pero, quien juzga a los aforados es el Tribunal Supremo, que ha sido nombrado por los principales partidos peleándose por colocar el mayor número de jueces afines para que tapen sus corruptelas. Por eso en la mayoría de los casos ya sabemos cómo será la sentencia: tantos votos de conservadores y tantos de los progresistas. Hoy por hoy la derecha aún mantiene más afines en los órganos de control, por eso  miren el lío que han  armado que llevan varios años sin renovar el Supremo, el Consejo del Poder Judicial, el Constitucional, el Defensor del Pueblo, el Tribunal de Cuentas y otros muchos órganos de control. Todo por la lucha por sacar más tajada. El interés general no cuenta. Y si a esto sumamos la opacidad y falta de transparencia, las posibilidades para la corrupción son máximas.

Sin transparencia y con aforados, vamos apañados

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