Murcia no se lo merece

Yo creo que los ciudadanos de Murcia no se merecen el bochorno de los sucesos políticos de allá, que se han precipitado tras la dimisión de Pedro Antonio Sánchez. El bochorno solo se lo merecen los políticos que vienen protagonizando esta siniestra historia, empezando por el propio dimisionario. La impregnación de Auditorio y de Púnica colocará los sucesos en el peor capítulo de la historia murciana y de la historia del PP, aunque entiendo que eso no les preocupe mucho a los protagonistas, después de años de ver cómo un partido así ha seguido ganando en las urnas. El dimisionario ha hecho pública su decisión en una alocución plagada de exaltaciones grandilocuentes de su gestión. Aunque fuese verdad todo lo que dice -que no lo es- eso no justifica ni purifica para nada los hechos que han llevado a este desenlace, no vayamos a confundirnos. Y una vez más, la corrupción desplaza del protagonismo a otros hechos, en este caso las positivas cifras del paro de marzo o la presentación de los Presupuestos del Estado.
No sé si los lectores habrán imaginado qué le sucedería a cualquier otro partido que acumulase en su haber una montaña de casos de corrupción como la que adorna al partido de Rajoy. Yo estoy convencido de que ese partido habría sido eliminado del poder e incluso barrido del tablero político de España en todos sus grados territoriales. Tendré que admitir que el viejo slogan “Spain is different” resucita para aplicarlo de lleno al tema que nos ocupa. Sigamos reflexionando sobre el asunto y si llegamos a una o unas conclusiones que nos lo expliquen todo, esperemos que nos comuniquemos unos a otros esas conclusiones para cuanto antes obrar en consecuencia y limpiar este país de su horrorosa podredumbre. Y que abandonemos comportamientos políticos incomprensibles como ese de Ciudadanos de pactar con el PP y al tiempo demonizar a Podemos sin antes explicarnos cómo se come eso. Aunque cuando escribo la cosa sigue muy confusa, lo del tripartito murciano podría ser el enganche para comenzar otro camino, mucho más racional e inteligible. Camino en el que primase sobre todo y ante todo la limpieza de los comportamientos.  

Murcia no se lo merece

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