Sánchez, entre Ábalos y Torra

La actualidad política de los últimos días da la impresión de que en este país no tenemos otra cosa que hacer que el imbécil permanentemente. Hay muchos ejemplos. El más destacado es el affaire Ábalos, del que parece muy difícil saber la verdad total. Pero es que ese detalle no tiene gran importancia. Sólo la tiene que todo eso demuestra que aquí nos importa poco la seriedad y la verdad y que lo que nos ocupa son las baladronadas de diverso origen. La derecha española es especialista en retorcer los aparentes o reales sucesos, sin tener para nada en cuenta la verdad o importancia de los mismos. Esa misma derecha lo exagera, lo tergiversa o lo inventa todo para intentar siempre salirse con la suya, algo muy difícil con esos materiales.

La utilización de la política venezolana en estos juegos carece de sentido, sobre todo porque tratan de demostrar cosas indemostrables, como que los de Guaidó son los elegidos de Dios y los de Maduro lo son del diablo, sin que nadie demuestre esa inexistente certeza. Aunque sean muy discutibles los contenidos, el hecho es que Maduro pasó por unas elecciones de presidente y los de en frente, no. Por supuesto que no se entiende tampoco que una serie de países como que bendicen lo que debieran maldecir y su obligación sería no achacar gratuitamente bendiciones y maldiciones, sin argumentos medio sólidos, ni en un sentido ni en otro. Sólo habría que decir que lo de Venezuela necesita unas elecciones libres y democráticas.

Esa es la clave y sin embargo es la precisión que casi nadie utiliza. Ellos verán. La verdad no se inventa sino que se demuestra y uno está avergonzado estos días de escuchar y ver tantas sandeces y tantos inventos y disparates. A veces tengo la sospecha de que no tenemos remedio, pero tenemos que tenerlo si no queremos estrellarnos por el camino. Las derechas tienen que reflexionar antes de que sea demasiado tarde para ellas, antes de que les suceda algo irremediable, Dios no lo quiera.

El otro tema conexo es la inhabilitación de Quim Torra como diputado del Parlament pero no como president. Otra cuestión difícil de entender, pero que al menos se intenta conseguirlo. Otra razón que avala la necesidad de cuanto antes convocar elecciones también en Cataluña, así como la precisión de reconducir la política catalana en el sentido de un retorno verdadero y auténtico al diálogo y al entendimiento, sin los cuales no hay nada que hacer y sin los cuales nada va a tener remedio y nada va a solucionarse. En este asunto también las derechas desempeñan el peor papel y parece mentira que no entiendan que lo que hacen es el mejor camino para estrellarse ellos y que se estrellen también todos los demás.

Las mejores claves para solucionar estos contrasentidos están en manos de Pedro Sánchez, se quiera o no se quiera admitir y reconocer. No solamente porque él es la persona institucionalmente más adecuada sino porque también tiene en sus manos los resortes más apropiados, además de ser humanamente el político mejor situado en el reparto de responsabilidades y en el crédito entre los ciudadanos. Un hecho demostrativo es que los sondeos le siguen apoyando, al tiempo que no sucede lo mismo con los otros protagonistas del mundo político español. Seamos serios y comprendamos que los caminos que muchos pretenden seguir solamente conducen al fracaso. Así lo veo y cada vez más. 

Sánchez, entre Ábalos y Torra

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