UNA EMIGRACIÓN NO DESEADA PERO TAMPOCO DESDEÑABLE

Se observa últimamente una reactivación de la crítica hacia la emigración a la que se ven precisados a recurrir nuestros paisanos, motivada por el alto número de desempleos que produjo la crisis que aún padecemos propiciada, en parte, por los anteriores gobernantes que nada hicieron porque no pudieron (incapacidad) o no supieron (ignorancia) verla venir. Leemos y oímos opiniones de distinta naturaleza, algunas de ciudadanos digamos corrientes, y otras de personas altamente instruidas en economía, sociología y demás ciencias aplicables al caso. Unos opinan que es una desgracia colectiva porque se produce un desarraigo familiar y social para los emigrantes y un sufrimiento en la lejanía; otros por el contrario dicen que trabajar en distinto lugar del que nos vio nacer no es ningún drama si el trabajo se ve debidamente retribuido, y tratándose de personas con una edad media de treinta años, existe un margen de tiempo para el regreso, con algunos ahorros que le permitan retomar una actividad conocida y confiando en la ansiada mejoría de nuestra economía. Por nuestra parte, y en uso del derecho de opinión que nos asiste, diremos que ambas opiniones son válidas, pero nuestros paisanos han de enfrentarse a la realidad que les afecta, y así, debemos tener en cuenta que si les aparece una posibilidad de trabajar en Alemania, Reino Unido, Francia, etc., y tras informarse debidamente, consideran interesante la opción de desplazarse, no se les debe importunar ni “comer el tarro” con la demagogia que encierran los comentarios procedentes de partidos de izquierda y Sindicatos afines tildando la emigración de una maldición de la derecha, ahora que le toca sacarnos las castañas del fuego. Cabe decir que, al igual que en los años 60, hoy los gallegos y gallegas que decidan emigrar, sobre todo a países de la Comunidad Europea, lo harán con los documentos precisos y contratos legalmente suscritos y no serán, desde luego, unos “sin papeles”. Tenemos, todos, noticias de que los países antes citados demandan mano de obra especializada de españoles: médicos, ATS, técnicos superiores de diversas materias, pero también personal laboral para la industria, la construcción y los servicios. A mayor abundamiento, vemos en varios canales de TV programas en los que intervienen españoles en general y gallegos en particular, que se muestran satisfechos de su situación en su actual puesto de trabajo a mil kilómetros de su lugar de nacimiento. Por tanto, y teniendo en cuenta que los medios de transporte actuales nos permiten estar en el mismo día en cualquier punto de Europa, o más lejos aún, apartemos de nuestro lenguaje habitual palabras como emigración y sobre todo diáspora, que nos sitúan en tiempos en que se viajaba en el Yapeyú a Buenos Aires. Los tiempos son los que son, y debemos afrontarlos con decisión y mirando lo más conveniente a cada persona y familiares si es el caso.

UNA EMIGRACIÓN NO DESEADA PERO TAMPOCO DESDEÑABLE

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