El impuesto a los ricos

n impuesto no es una requisa, sino una contribución, un aporte al común, y en el caso de los ricos, también una devolución. Un rico, para serlo y ser identificado como tal, necesita que la inmensa mayoría de sus compatriotas no lo sea, pero una cosa es eso, y otra, algo distinta, es que el rico, obcecado patológicamente por serlo más y más, sin tasa ni medida, requiera que sus compatriotas no sólo no sean ricos, sino que devengan en pobres de pedir.
Si, en pocas palabras, lo que les sobra a unos pocos se corresponde exactamente con lo que les falta a casi todos los demás, en las actuales circunstancias (y en las que se avecinan) el llamado Impuesto-Covid a los ricos que defenderá Podemos en el Congreso no es solo la lógica y elemental demanda de un partido de izquierda, sino una urgente necesidad nacional. Dicho impuesto, que sustituiría al de Patrimonio que ha convertido en paraísos fiscales a algunas comunidades autónomas demasiado proclives a su bonificación (abolición), ofrece ese carácter de devolución de un poco de lo mucho que los ricos deben a la sociedad que les enriqueció.
Ser español no es, como se sabe, ir vestido de rojo y gualda todo el rato y cantar el lo-lo-lo a voz en grito, sino pertenecer a una familia compuesta por otros españoles que se articula sobre el fundamento del apoyo mutuo. El gobierno puede ser el que sea, pero las necesidades de la familia son perentorias y unívocas, y ahora, cuando millones de trabajadores se van a despeñar por la sima del desempleo, y las arcas públicas se van a quedar tiritando por el esfuerzo para que no caigan en la de la desesperación, el hambre y la miseria, qué menos que los que más tienen, que los que tienen casi todo, se dejen de caridades y limosnas y se desprendan regladamente de la parte que les corresponde.
Por lo demás, se trata de una devolución tan insignificante para el que la realiza como valiosa para quienes la reciben. Un 2% para fortunas superiores al millón de euros (un 2,5% a partir de diez millones), que, si el Estado se lo toma en serio y ciega las vías de “ingeniería” dineraria por las que los ricos burlan a Hacienda y escamotean sus impuestos, pueden suponer unos 11.000 millones de euros, el 1% del PIB, que caerían sobre nuestra tierra sedienta como agua de mayo. Al parecer, el PSOE estaría más o menos por la labor, y el obstáculo para que prosperara la iniciativa es Ciudadanos. Pues, la verdad, a éste se le presenta, si la apoya, una oportunidad de oro para demostrar y demostrarse que sirve para algo. 

El impuesto a los ricos

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