La banda de Rivera

Siendo en 1933 presidente del gobierno, Azaña anotó el 17 de febrero en su diario una reflexión bien amarga: “Es difícil gobernar en España, donde el número de personas inteligentes es muy reducido”. Se refería a las arteras maniobras obstruccionistas que su Gobierno de conjunción republicano-socialista encontraba en los radicales de Lerroux y en el grupo de Gordón Ordás, pero si el intelectual alcalaíno hubiera visto y oído lo acontecido estos días en las Cortes, su reflexión no solo habría sido la misma, sino que la habrían suscitado las palabras y gestos de Rivera y Arrimadas.

No creo que en España, donde mucho talento aislado se malogra al contacto de una atmósfera política y social adversa, pero en el Congreso el número de las personas inteligentes parece ser muy reducido. Y en la bancada de Ciudadanos, reducidísimo, si hemos de valorar la inteligencia a tenor de sus expresiones y sus frutos. Porque, ¿en qué cabeza cabe que un representante del pueblo, comisionado para la elaboración de políticas y de leyes que persigan el mejoramiento y la concordia social, tilde  de bandidos a los diputados de otros partidos, representantes legítimos del pueblo y comisionados por este para lo mismo? De la inteligencia de Rivera no había hasta ahora demasiadas noticias, pero desde que se refirió a los que pudieran apoyar la investidura del candidato socialista como componentes de una “banda”, de “la banda de Sánchez”, ya no cabe esperar ninguna. ¿Dónde se creía que estaba Rivera cuando calificó de bandidos a sus antagonistas políticos? ¿En una taberna? ¿En un “after-hours”? ¿En una barbacoa de cuñados? En el hemiciclo del Congreso, no, desde luego.

Pues la mirada cree crear la cosa, y pues todos nos proyectamos con ella, cabría pensar que Rivera tiene muy arraigado el concepto de banda, con su sectarismo, su cerrazón y su peligrosidad. A reforzar tal sospecha vendría la espantable visión de una Arrimadas reproduciendo en gestos groseros e incalificables visages los conceptos vertidos por su superior y sin prescindir del vocablo “banda”, que debe parecerles el colmo de lo ingenioso. En el Congreso, sobre todo en la bancada de Rivera, su número es el que percibió y volvería a percibir Azaña.

La banda de Rivera

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