75 años de la liberación de Auschwitz

ace como 8 años haciendo uno de mis viajes paré en Munich después de visitar Núremberg (donde los famosos juicios), y pasé un fin de semana en casa de unos amigos. El marido había trabajado conmigo durante 4 años en Gotinga y ella en esos momentos estaba estudiando. Me acogieron en su casa y uno de los días allí decidí ir a visitar el campo de concentración de Dachau que fue el prototipo y primer campo de concentración nazi oficial que se abrió el 22 de marzo de 1933. Iba a ir solo, pero ellos me dijeron durante la cena la noche anterior que me acompañarían, que ya estaban preparados para ir a un sitio como este. Os preguntaréis ¿por qué dijeron eso? Muy simple, ambos son de Israel y judíos. 
El campo de concentración y luego exterminio de Dachau cuyo comandante fue Theodor Eicke fue usado como modelo y centro de formación de los guardianes del resto de campos de exterminio (unos 170 en total). Se dice que por allí pasaron más de 200.000 prisioneros desde 1933-1945, y que varias decenas de miles murieron. Llegamos, compramos las tres entradas, y el marido me dijo que entrásemos que el iba a comprar un café. Así fue, crucé las puertas donde aún puedes leer el famoso lema “Arbeit macht frei” (El trabajo te hace libre), y entré en el campo de Dachau con su esposa. La visita la finalizamos como a la hora y media, y en todo ese tiempo nunca vi a mi amigo dentro del campo, lo volvimos a encontrar fuera. Nunca le pregunté si entró o no.
Yo y su esposa comenzamos la visita. Entramos en una zona donde había como celdas donde parece ser ponían a presos políticos y se hacían torturas, vimos la zona donde los desnudaban, les tomaban los datos y sacaban sus pertenencias, les daban su número, etc. Podías ver objetos de la época e imaginar, pero muy de lejos, el infierno que debió de ser aquello en realidad. Visitabas los barracones donde la gente se hacinaba, básicamente se amontonaban, así que imaginaos la higiene y desnutrición, acompañados de tortura, trabajos forzados, y con el stress constante que cualquier día para ti, un familiar, amigo… podía ser el último. 
Podían caminar por ciertas zonas que estaban marcadas, como senderos, el típico paseo de tierra. ¡Pero que paseo! Varias torretas de control con tiradores con mucha puntería. Si ponías un pie en la hierba, fuera del sendero, tenían orden de disparar a matar. Otras veces disparaban para practicar, usaban a las personas como blancos humanos, por puro aburrimiento. Lo curioso y terrible es que muchos prisioneros cruzaban a propósito a la zona prohibida buscando la muerte directamente. Después de un par de metros de hierba, había como un canal que no podías cruzar de un salto, y luego un poco más de hierba y la famosa alambrada electrificada. Otros no aguantaban aquellas condiciones infrahumanas, perdían la esperanza, y se lanzaban contra la valla electrificada para morir directamente. Por ello, hay una escultura enorme en este campo de Dachau como homenaje, y que refleja esa valla y cuerpos de personas electrificándose y muriéndose…Vamos, estremece solo pensar lo que tuvo que vivir esa gente.
Para finalizar la visita nos acercamos al edificio más famoso en estos campos, que todos conoceréis, las cámaras de gas y el crematorio (aquí había uno interno y otro externo, pues no daban abasto). Esta cámara de gas comparada con la de Auschwitz (1000 personas) era pequeña como 150 personas o así creo recordar. Había la sala donde te quitabas la ropa, y de ahí pasabas a la siguiente donde se suponía te ibas a dar una especie de ducha para desparasitarte. ¡Sorpresa! una vez dentro, cerraban la puerta y por donde tenía que salir agua: gas mortal. En Auschwitz más de 1 millón perecieron así, llegando a gasear hasta 12.000 personas en un día. No quiero ni imaginarlo, la agonía y muerte terrible que sufrieron millones de personas durante el holocausto ¿La puerta de salida a donde creéis que daba? Directamente al crematorio. 
En este momento de la visita vi que la esposa de mi amigo estaba llorando, y simplemente me dijo: “Tengo que salir de aquí”. Y ahí finalizó la visita. El viaje a casa de vuelta fue silencioso. No me imagino que pasaría por la cabeza de mi amiga en ese momento, ni de su esposo (entrara o no en Dachau), pero si para mí ya fue duro, tétrico, triste… no me imagino para ellos, cuyo pueblo judío además de gitanos, homosexuales…, en definitiva, millones de inocentes, sufrieron las atrocidades del holocausto nazi en primera fila.
El 27 de enero se cumplen 75 años de la liberación de Auschwitz, el campo de concentración y exterminio por excelencia. Millones lo visitan como a Dachau, y muchos salen de allí llorando. Hoy decían en la radio que realmente estos campos son cementerios y que nadie nunca entenderá por mucho que uno lea, piense… lo que pasó y se vivió durante el Holocausto nazi en estos campos más que los que lo sufrieron en sus propias carnes. Así lo creo yo también. Cada vez quedan menos supervivientes, y creo que solo ellos saben lo que realmente allí pasó y se vivió. Esperemos que no vuelva a pasar, aunque ya sabemos que “el hombre es un lobo para el hombre” (Homus homini lupus).

75 años de la liberación de Auschwitz

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