Bachillerato de vía lenta

Aunque lleva algún tiempo sobre la mesa del debate educativo,  la idea ha vuelto a revivir como compromiso de puesta en marcha ya a partir del próximo curso. Se trata de la implantación en Cataluña por parte de la Consejería de Educación y como experiencia piloto de dos modalidades de bachillerato de tres años. 

¿Qué se pretende con estos bachilleratos de vía lenta? Fundamentalmente, abrir y flexibilizar el  sistema actual,  que se considera cerrado de más; fidelizar al alumnado, rebajar las tasas de abandono escolar temprano y asegurar el éxito educativo. 

Está diseñado para aquellos alumnos que por  interés personal quieran espaciar la etapa para compatibilizarla con  itinerarios deportivos,  artísticos o informáticos, y para aquellos otros que requieran de más tiempo para llevar adelante los cursos. No cambia el currículum, pero sí el tiempo para trabajarlo. 

Según datos de la Oficina europea de estadística   –Eurostat- , la tasa de abandono educativo prematuro –esto es, jóvenes de 18 a 24 años que no han seguido o completado estudios postobligatorios como bachillerato o ciclos medios de FP-, asciende en España al 18,3 por ciento, sólo superada por Malta y muy pareja con Rumanía, mientras que en la UE 28 es del 10,6 por ciento.

Aunque con tendencia general a la baja, en nuestro país destacan los bajos registros de País Vasco (7,9 por ciento) y Cantabria (8,9) y los altos de Baleares (26.5), Andalucía (23,5) Y Murcia (23,1). Con el 14,9 por ciento Galicia se coloca en sexta posición de lo que podríamos llamar el pelotón de cabeza. 

Pedro Sánchez lo ha incluido en su esquemático programa electoral de las 110 medidas: impulsar un plan contra el fracaso y el abandono escolar, de modo que en 2025 un 90 por ciento de los jóvenes alcancen el nivel de la educación secundaria postobligatoria. 

Sin entrar en valoraciones pedagógicas,  con medidas como la expuesta para Cataluña, nacidas al calor de las competencias que en toda su extensión corresponden en esta materia a las comunidades autónomas,  lo cierto es que se sigue así desflecando y parcelando el ya más que debilitado sistema educativo nacional, si es que  hay que darlo por existente.  Tantos sistemas como comunidades autónomas y cada una, a su aire. 

¿Recentralizar competencias?  Lo sugirió no hace mucho Pablo Casado, en su idea de reforzar bienes constitucionalmente relevantes, como la educación y otros, para “vertebrar mejor España”?  No creo que por razones constitucionales y de poder político hoy por hoy fuera posible.  

¿Introducir reformas para homogeneizar o armonizar la gestión, pero sin tocar las competencias, como replicó el presidente Feijóo? No dejaría de ser –me parece- un pequeño parche, porque el problema es de mucho mayor alcance. Y es que habida cuenta de las diferencias territoriales existentes, el objetivo debería ser garantizar que los alumnos tengan acceso a una misma formación independientemente del lugar en que estudien.

Bachillerato de vía lenta

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