Low cost

¿Es rentable el low cost? Se lo preguntan estos días los expertos ante las dificultades económicas por las que atraviesan aerolíneas  como la irlandesa Ryanair y la noruega Norwegian. La primera, líder del sector, no levanta cabeza desde hace un año. Y la segunda soporta un fuerte endeudamiento, consecuencia del agresivo plan de crecimiento de los últimos tiempos.

Como bien se sabe, este tipo de vuelos baratos o de bajo coste, nacido al calor de la liberalización del transporte aéreo en Europa, ha gozado del favor ciudadano: abarató el precio de los billetes de avión, popularizó los viajes y facilitó la movilidad de millones de usuarios. 

Recuerdan los medios que si en los años 70/80 coger un avión a París costaba el sueldo mensual de un trabajador de clase media, ahora, en cambio, se venden millones de billetes por menos de 50 euros. De hecho, en 2018 el precio medio del billete de Ryanair fue de sólo 37 euros y el de la británica easyJet, de 54.

Se trata de un modelo de negocio basado en una drástica reducción de costes a base de operar en aeropuertos más baratos, volar en horarios con menos demanda, rotar aviones y tripulaciones, pagar menores salarios, contar con ocupaciones al completo, disponer de flota única de uno o dos modelos de aeronaves, eliminar cualquier extra y cobrar de servicios que antes iban incluidos en el billete. 

Hoy día el 54,1 por ciento de los vuelos que se realizan ya son low cost. Aun a costa de incomodidades para los usuarios y de problemas laborales, que son soportados con resignación por los clientes por aquello del bajo coste.

El caso es que a pesar de la limpieza empresarial habida con la desaparición desde 2010 de más de 125 aerolíneas de este tipo, las dificultades para rentabilizar los vuelos low cost se han agravado en los últimos meses. ¿Causas?: la carestía del petróleo, la cada vez mayor presión a la baja sobre el precio de los billetes, la incertidumbre del bréxit y la crisis provocada por los siniestros del Boeing 737 MAX. Norwergian, por ejemplo, es la aerolínea europea que con más unidades de este modelo en su flota y en la actualidad tiene inmovilizadas dieciocho.

No habrá que olvidar tampoco que se trata de un sector muy competitivo, que exige fuertes inversiones y que se caracteriza por tener unos márgenes comerciales bastante ajustados. Bajaron los precios de forma abismal, pero no se tuvo tanto en cuenta que los costes de producción iban en aumento. 

Y lo que se avecina. Porque ahí está la competencia de la alta velocidad ferroviaria. En este sentido se recuerda que se está realizando una potente inversión para de cara a la próxima década convertir Europa en un espacio AV mucho menos contaminante, lo que va a reducir de manera sensible los viajes aéreos.

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