OPINIÓN DESAFORADA

Sin conocer apenas el fondo del asunto, hasta el lucero del alba ha entrado en la controversia de la entrevista de ministro Fernández Díaz con Rodrigo Rato. Incluida la Asociación Unificada de Guardias Civiles. El único que en el fragor de la batalla no lo ha hecho debe de haber sido el presidente del Gobierno. Nada nuevo, por otra parte, porque es práctica habitual de Mariano Rajoy entrar en las polémicas, como ha sucedido esta vez, cuando casi todo el mundo está ya de vuelta de la procesión. 
No obstante, digo yo que ministros y altos cargos afectados agradecerían un cierto cierre de filas por parte del presidente –del Gobierno y del partido– y de compañeros de militancia para por lo menos poder salir del paso con rapidez y con un discurso unitario razonablemente creíble. El PP ha reaccionado de forma dispersa cuando no contradictoria. En Génova habrán cambiado las caras, pero, por lo que se ve, no la habilidad para hacer frente a la batalla política. Rara excepción ha sido Núñez Feijoo, quien en una entrevista radiofónica supo al menos dar la vuelta a la polémica y poner en valor el que, aun suponiendo que Rato hubiera planteado al ministro alguna mediación en su situación procesal, la investigación penal sobre el ex vicepresidente seguía su curso, incluso con nuevas aportaciones. Lo cual –añadía el presidente de la Xunta y del PPdeG– era señal de que la Justicia seguía su camino con normalidad, como no podía ser de otro modo. 
Que el encuentro podría ser objeto de la polvareda habida era evidente. No creo que ello pasara inadvertido para ambos interlocutores. Ya se sabe que hoy día un investigado, un imputado, no puede decir ni que dos y dos son cuatro. No tiene derecho ni margen de maniobra para nada. Ni para plantear una cuestión de seguridad personal y familiar. Y especialmente si se trata de un personaje de relevancia en el seno de la derecha.
No se espera ni a oír en comparecencia pública la versión de los afectados. Antes de todo ello, el Partido Socialista ya había corrido a poner el supuesto caso en manos de la Físcalía. Y es que -no nos engañemos- lo que interesa a la desaforada oposición que padecemos no es tanto conocer la realidad de lo sucedido para actuar en consecuencia cuanto montar la escandalera de turno.
La entrevista se ha conocido –una vez más- gracias a una de esas filtraciones que se disfrazan de investigación periodística. Filtraciones generalmente interesadas y sesgadas que el sistema mediático asume, repite y amplifica sin pararse –me parece– a considerar si todo aquello que le llega es trigo limpio.

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