Otegi en directo

Como no se consuela el que no quiere, en ocasiones como la presente uno ha de recurrir a otro enunciado de nuestro rico refranero según el cual no hay mal que por bien no venga. Y es lo que supongo ha sucedido con buena parte de la opinión pública a raíz de  la entrevista en TVE 24 Horas, en tiempo de máxima audiencia, al dirigente batasuno condenado en su día por terrorismo, Arnaldo Otegi. 

Cierto es que por los platós de Prado del Rey vienen pasando con profusión todos los grupos políticos con representación en las instituciones y que Bildu,  heredero de Batasuna, goza de esa condición. Pero habida cuenta del historial del personaje  y de que  la sensibilidad popular y de los familiares de las casi mil víctimas  etarras sigue a flor de piel por mucho que la actividad terrorista haya terminado, no pareció, cuando menos, oportuna ni justificada tal comparecencia ante las cámaras televisivas.

Este tipo de cosas -creo- se negocian debidamente con anterioridad: “Bildu, sí, pero también otro cualificado representante  de la organización menos cuestionable”. Si los neobatasunos han de tener su cuota de pantalla en la cadena pública, bien se podía haber cubierto la plaza sin dar precisamente a Otegi carta de normalidad democrática.

Como en el ambiente político y mediático venía ronroneando la tesis de que todo ello se debía al interés de Pedro Sánchez por blanquear la imagen de los bildueterras para con tal complacencia asegurarse sus votos en la problemática investidura pendiente, el agravio pareció mayor. Y como, además, la entrevista tuvo lugar el día antes del homenaje a las víctimas del terrorismo que iba a celebrarse en el Congreso, bien pudo hablarse de provocación intolerable. 

Pero, como digo, no hay mal que por bien no venga. Porque la comparecencia televisiva en cuestión ha dejado ver la calaña del personaje. Al desnudo. En vivo y en directo. Y de mucha más eficaz manera que la ofrecida  por el sistema mediático en su habitual suave tratamiento del tema.

Las preguntas no fueron complacientes. El presentador formuló las que debían ser y dieron pie a conocer el quién es quién de Otegi: un líder que no condena ni vivo ni muerto los crímenes de ETA y que no sólo es incapaz de pedir perdón, sino que entiende que a lo mejor sólo hubo algún exceso en el derecho al dolor causado. 

Es decir, que asesinar, secuestrar y dejar un enorme reguero de sangre y dolor ajenos era un derecho de los terroristas. Fue lo más terrible de la entrevista. A veces, es cierto, no viene mal oír las cosas de propia boca. Más que blanqueado, el ex jefe de ETA y hoy referencia política de sus sucesores salió, pues, de Prado del Rey más que ennegrecido y chamuscado.  Sólo lo ha blanqueado quien así lo haya querido.

Otegi en directo

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